A mi compañera Elena de la Cruz
Elena, como compañera, siempre te acercaste a mí con tu sonrisa, y yo no siempre te la devolví, lo que me causa hondo pesar.
A todos los que no embarga la tristeza y el dolor por tu pérdida, tu dura e incomprensible ausencia, nos das la oportunidad de seguir recordándote siguiendo tu ejemplo y las cualidades que te caracterizaban : tu afabilidad, que tan emotivamente se resaltaba ayer, tu cordialidad y tu “sonrisa permanente”.
Creo firmemente que la deshumanización que se exhibe en muchos de los comportamientos y actitudes de quienes desde la acción política debemos servir a los ciudadanos y ser un ejemplo para ellos, no solo nos distancia de ellos, sino que nos descalifica, y desacredita la política.
Elena, como compañera, siempre te acercaste a mí con tu sonrisa, y yo no siempre te la devolví, lo que me causa hondo pesar. Por eso hoy, te escribo estas palabras, y a través de las mismas, para que nos ayudes, desde tu recuerdo, a rechazar la confrontación, a no caer en el enfrentamiento, y a intentar ser un poco más como tú cada día.
Desde el sentimiento y el afecto tu compañera