Adiós al radar emboscado

14/05/2015 - 23:00 Antonio Yagüe

La Dirección General de Tráfico ha prometido que no esconderá más los radares para controlar la velocidad en las carreteras convencionales o de doble sentido. El anuncio, si se cumple, se merece un aplauso a un organismo que no logra quitarse el sambenito de que sanciona para recaudar ni la leyenda urbana de que los agentes de la Guardia Civil que más multan son los que más ganan. En cualquier caso, los ingresos diarios en toda España por sanciones rondan el millón de euros y las multas por exceso de velocidad, más de la mitad, superan las 6.000 al día. Cierto que los 2.300 ayuntamientos con capacidad para poner multas tampoco son mancos, pero los radares camuflados en las carreteras concitan desde su implantación las iras de los conductores. Se consideran “cazados”, una estimación irracional y hasta insultante para los agentes que se limitan a denunciar infracciones. Otra cuestión es si deberían colocarse más en los tramos conflictivos de accidentes y puntos negros. La actividad de estos artilugios parece notoria en Castilla-La Mancha. Según datos oficiales, un 5,3% de los automóviles que circularon en 2014 por nuestras carreteras de Guadalajara fueron sancionados por exceso de velocidad. Casi el doble de la media española, pero muy por debajo de Teruel, que con un 30%, es líder nacional. Poco tránsito, largas llanuras, buenos firmes, travesías de pueblos con señales de 50 kms/hora a la entrada y radares fácilmente ubicables tras la primera esquina o recodo, abonan esta actividad. Un radar, cerca de Alcolea del Pinar, en el kilómetro 13, 3 de la N-101, más conocida como la carretera de Teruel, pasará a la historia como campeón de estas multas en España. Y rozó el esperpento al convertirse en casi una especie protegida. El verde del vehículo de la Benemérita quedaba perfectamente camuflado bajo el ramaje de una sabina. El pasado diciembre algún agricultor, escamado por repetidas sanciones y provisto de una motosierra, la dejó totalmente pelada. En abril alguien se llevó las bardas y los aldones, seguramente también con nocturnidad. Una acción incívica además de ilegal, por tratarse de un árbol protegido. Y puede que sin ninguna utilidad si Tráfico cumple el propósito de no emboscar radares. Pero ojo: “en tiempo de elecciones, perdonen las promesas”, rezaba estos días un twitt muy difundido.