Adiós José Ramón

25/03/2018 - 16:45 Pedro Villaverde Embid

Echaremos de menos sus artículos, su personalidad, sus comentarios, esas charlas de bar, sin duda instructivas.

Representantes de la Cofradía de los Apóstoles, de la Cofradía de la Virgen de la Soledad, de las que fue miembro, del mundo de la investigación, la etnología, compañeros de la Diputación Provincial donde trabajó como jefe de sección de Cultura hasta su jubilación y exponentes de la cultura de Guadalajara, despidieron con tristeza este pasado sábado en la iglesia de San Ginés al investigador de temas etnológicos, históricos y costumbristas, José Ramón López de los Mozos. Su obra fue abundante, siempre dirigida a trasmitir las fiestas y tradiciones de Guadalajara. En 2005, en nuestra etapa de diario, escribió el libro Guadalajara, fiesta y tradición, que se entregaría por fascículos, convertido en una guía para conocer las más vistosas celebraciones que jalonan la geografía y el calendario de la provincia con referencia a casi un centenar de fiestas.
     Más recientemente, José Ramón se convertía en colaborador habitual del periódico con su sección ‘Baúl de Libros’ en el que comentaba algún título relacionado con la provincia, artículo semanal con el que tuve el honor de compartir página en estos últimos ocho años y que mantuvo hasta que la enfermedad le permitió. Nos honraba con su asistencia a la cena de Navidad del periódico, con su cercanía y amistad. Como vecinos de barrio tuvimos además la oportunidad de compartir bastantes momentos de conversación, siempre amena y divertida, llena de anécdotas e historietas variadas, en un bar cercano a casa, donde también le dejaba los ejemplares de los libros que llegaban a la redacción para que los comentase en su sección. Pocos días antes de los Populares, hace poco más de dos semanas, le llamé por teléfono y me atendió con un hilo de voz y su habitual amabilidad. Estaba ingresado en un Hospital. Me comentó que no salía nada y le animé con el pretexto de que ya estaba cerca la primavera y se mejoraría, pero sabíamos de su gravedad. Echaremos de menos sus artículos, su personalidad, sus comentarios, esas charlas de bar, sin duda instructivas. Se nos va con tan solo 67 años, demasiado joven, pero dejando mucho legado y una estupenda familia. A ellos, a su mujer Victoria, siempre a su lado, su madre, hijos y nietos, de los que presumía orgulloso, nuestro pésame. La muerte es ‘un tránsito efímero’ hacia la vida plena, dijo él en el pregón de Semana Santa de 2013 pues era cristiano de hondas creencias. DEP.