Basuraleza

04/08/2018 - 11:53 Antonio Yagüe

SEO Birdlife movilizó en junio a 11.000 voluntarios de toda España para realizar batidas de limpieza en espacios naturales, terrestres y fluviales.

El palabro, propuesto por ecologistas serios, es tan bueno que el académico Muñoz Molina ha prometido hacerle un hueco en el diccionario de la Docta Casa. Se explica solo: abandono de residuos en el medio natural. Y lo mismo sirve para el desaprensivo que descarga escombros en cualquier descampado o a la entrada de un pueblo, que para el descuido de quien deja a su aire una bolsa o una botella de plástico en el monte o la playa.

Hace un mes las redes sociales denunciaron el incivismo de quienes tras una noche vandálica, con perdón para los antecesores de los visigodos, dejaron hecho un muladar el exterior de la Sima de Alcorón, uno de los enclaves más bonitos del Alto Tajo. Sobran, por desgracia, ejemplos en otros bellos parajes del Señorío.  “Si venía en tu mochila, puede volver en tu mochila. Gracias por llevarte tus residuos”, advierte un letrero en un pinar próximo Sigüenza. Demasiado amable ante quienes no han aprendido a dejar la naturaleza como la encuentran.

SEO Birdlife movilizó en juniol a 11.000 voluntarios de toda España para realizar batidas de limpieza en espacios naturales, terrestres y fluviales. Han recogido 80 toneladas de basuraleza. El 70% eran plásticos con una vida casi eterna. Había residuos tan dispares como una taza de váter, colchones, un carro de la compra, un aire acondicionado, un microondas o un extintor. Y objetos como tampones, compresas, condones, zapatos, mantas, bragas o fundas de tablas de planchar. Por no hablar de material contaminante o peligroso como el amianto y el combustible. ¡Qué guarros!

La ciudad no ha dejado de ser sucia, aunque a base de manguerazos y una legión de barrenderos y camiones de basura pueda no parecerlo. Marc Badal, autor de un importante libro sobre la despoblación rural, denuncia que “la prístina pulcritud que rodeaba la imagen del campo se está viniendo abajo”. Cunetas de carreteras y caminos convertidas en vertederos. Restos de plástico por todos los rincones. Cáscaras de pipas bajo el banco del parque infantil. Aguas freáticas saturadas de nitritos y herbicidas. Coches descuartizados en el corral o el patio trasero... 

Decía un viejo maestro que no es más curioso quien más limpia, sino quien menos ensucia. Residentes, veraneantes y gentes de paso tenemos una asignatura pendiente.