Cazadores

28/05/2017 - 13:13 Luis Monje Ciruelo

El sentido común nos dice que casi dos mil personas no se desplazan a la capital, si no están convencidas de su verdad, que es la disminución de licencias de caza y pesca en la provincia y, por tanto, de cotos.

Que cazadores y pescadores se concentren en Guadalajarala capital se supone que es para protestar de algo que, en su opinión, no va bien. Lo curioso es que no se quejan de una Ley, sino de la Administración, concretamente de dos funcionarios  de la Dirección Provincial de Agricultura y Medio Ambiente que, en lugar de colaborar y ayudarles en sus problemas, “les ponen palos en las ruedas y demoran o dificultan las tramitaciones de denuncias y solicitudes”. El director Provincial, Santos López, rechaza esas acusaciones y no ve irregularidad en su actuación y, en todo caso, les ha contestado, que pueden denunciarlos reglamentariamente. El sentido común nos dice que casi dos mil personas no se desplazan a la capital, si no están convencidas de su verdad, que es la disminución de licencias de caza y pesca en la provincia y, por tanto, de cotos. Y como las sociedades y cotos de estos aficionados contribuyen no solo a reforzar su peso social y a proteger su objetivo de mejorar las especies que promueven su afición, cazadores y pescadores se movilizan para protestar contra las dificultades que se lo impiden. Los que somos ajenos a ello,  de vez en cuando nos enteramos de hechos puntuales que parecen darles la razón a los que la sufren. Nos resultan a veces  pintorescas algunas decisiones a este respecto, por ejemplo, la inversión de tres millones de pesetas, antes del euro, para crear sendos vivares artificiales en Zaorejas y Baños de Tajo para alimento de águilas perdiceras, o los acuerdos con ayuntamientos para que depositen con periodicidad los restos del matadero en lugares señalados, tal en Molina, en las proximidades de la carretera de Checa o por la zona de Tejera Negra ya que al disminuir los animales de trabajo en el campo, los cadáveres de los que quedan son insuficientes para alimentar las aves carroñeras y rapaces que antes vivían de ellos. “Mientras –alguien ha escrito con irónico humor- no empiecen a comer chatarra de tractor”. Y añadía:” ¡Pobres buitres! ¡Quién les iba a decir en otros tiempos, que con su poderosa vista y soberbio vuelo iban a terminar comiendo lo que les mande el alcalde!