Colegueando en la alfombra

12/03/2017 - 12:50 Redacción

A la Asociación de la Prensa de Madrid no le queda otra que pegar un trompetazo  de aquello de que se quejan sus asociados.

La cosa empezó en el Congreso, cuando “Coleta violeta” les mandó sentarse en una alfombra de nudo español de a millón el metro cuadrado, para hacer un fuego de campamento. Y se sentaron. Había que verle impartir catequesis mientras los escribas tomaban nota de un magisterio que, pasado por la túrmix, llenaba la mitad de un vaso de chupito. Pero hay quien se lo toma como una pinta. Al final, ni el más leve ardor de estómago. Pura infusión de tila. Agüita para convalecientes. Poca limoná, menos chicha. La escena, ¡acción!, era el primer plano de la antología operetística “El coño de la Bernarda”, gran éxito de varios meses en cartelera que acabará entrando en “Cine de barrio” como un florido pensil: el niño alborotador p’atrás y la ex al gallinero. “El que se mueve no sale en la foto” de Guerra, era un juego de niños. Las filas, más prietas que nunca. Resulta que lo nunca visto era un déjà vu.
    Dijo Churchill que si en casa se empezaba por bajar a cenar sin smoking se acabaría perdiendo la II Guerra Mundial. De momento, los plumillas van perdiendo los nervios. No vale el colegueo porque al final te roban la cartera. “Upa, nene”, debieron decirle cuando se sentó en la alfombra. “Y rapidito, que son las tres”. O sea, cada uno en su sitio.
    A la Asociación de la Prensa de Madrid no le queda otra que pegar un trompetazo de aquello de que se quejan algunos de sus miembros. Para eso está. Pero muchas veces no es necesario. Ni conveniente, pues el colectivo lo forman una mayoría de independientes más unos pocos de aquí y otros de allá, y entre estos saltan chispas, que están saltando, y se resiente la institución, que debería estar por encima.  
    No me lo imagino haciendo fuegos de campamento en el hospital y que en el suelo le hagan corro los médicos, no digamos en la patronal o en el CESID de sus entretelas. Se anuda un corbatín en los Goya y al Rey le visita remangado. La próxima, en chándal. Es la nueva estética, de la quinta del hilo negro. Si aquella mañana el personal, por dignidad, da media vuelta y lo dejan sobre la alfombra, a estas horas estamos hablando de otra cosa. Por ejemplo, de que ese vuelo que ha cogido en el túnel del tiempo hacia París, Mayo del 68, le ha dejado en la Disneylandia purpurina y rosa.