Condena unánime a la violencia de género el 25-N y siempre
Aunque cada día debamos tener presente en nuestra memoria colectiva y sentimiento individual cada una de las mujeres muertas o maltratadas a manos de sus parejas o exparejas, así como a sus hijos, es bueno pararse en una fecha concreta, en este caso en torno al 25 de noviembre, para reflexionar sobre los motivos del gran fracaso social que supone que esta lacra siga dejando cifras abultadas de víctimas. Son 1.285 las mujeres asesinadas desde 2003- desde cuando se tiene registro- pero es que en 2024 todavía hablamos de 41 muertes de este tipo, dos en nuestra región, expresión más salvaje, cruenta, violenta e inadmisible de esta barbarie, pero a ellas se deben sumar muchas más agresiones, cada vez con mayor número de denuncias pero también ocultas porque, sin cuantificar, son demasiadas las que conviven o sufren el horror en silencio por motivos sociales, familiares, de miedo o lo que motive a cada una de ellas a no dar el paso. En esta fecha cabe exigir que caiga la ley con todo su peso sobre el maltratador, así como la condena social del reproche, del aislamiento, y animar a la denuncia, tanto a la agredida como a su entorno o personas conocedoras- vecinos, compañeros de trabajo, amigos y conocidos- que sospechan, intuyen o saben que algo está pasando porque el sufrimiento presenta síntomas que lo visibilizan y que alertan.
Existe conciencia social clara, legislación contundente, diferentes líneas de ayuda para recomponer la vida y seguir adelante después de sufrir estos episodios en una sociedad civilizada y avanzada como la nuestra- pese a no conseguir erradicar el drama- pero en ocasiones como hoy hemos de lamentar que los políticos y algunos colectivos no estén a la altura de la unidad que debe presidir la respuesta institucional y social a esta situación. No son capaces, en algunos casos, de hacer una declaración conjunta todos los grupos políticos en una administración, se enzarzan por el color que ha de primar en la protesta, por los distintos tipos de actos con los que se quiere dar relieve y sensibilizar o incluso se obliga a la suspensión de una actuación concreta. Es lamentable que el sectarismo, la radicalidad de quienes piensan que solamente ellos están legitimados para marcar el cómo y el qué o el partidismo lleve a la confrontación, a la división, en una lucha que ha de ser de todos contra unos pocos, porque los violentos, los que hacen imposible la convivencia en sus hogares o en la sociedad en general, son una minoría que solo se representa a si misma.