Crisis de la militancia
Al paso que vamos, habrá que revisar constantemente nuestros criterios de adhesión política. Hubo un tiempo en que el factor ideológico era la principal fuente de referencia para evaluar la presencia o intervención de ciertos grupos a los que clasificábamos por sus ideas, por sus explicaciones o representaciones del hombre, del mundo o del bien común. Después llegó la época de los valores, de los derechos humanos. Había que defender principios. Era el momento de las civilizaciones. Más adelante, se pensó que el modelo económico representaba la identidad y diferencia de las formaciones y opciones políticas. Era el momento de los sistemas. Pero todo esto ha caducado.¿Dónde se inspira hoy la militancia ciudadana? Las ideologías ya no mueven a la soberanía popular. La gestión económica ya no es decisiva, premiada o castigada por la población. El factor moral de honradez, prestigio y ejemplaridad en la vida pública tampoco es respetado como motivo de decisiones en la ciudadanía. ¿Qué hacer?
Nos encontramos en una situación de emergencia permanente. Nuevos movimientos emergentes que se consideran superiores a los demás y que intentan superar si no destruir. La sociedad tiene que asimilar esta tensión permanente entre los viejos y nuevos estilos de entender la vida y la acción política y tiene que aprender a convivir con un mayor abanico de opciones y emociones. Del monocolor se ha pasado a la policromía del arco iris en los partidos. Las modulaciones no son tan variadas o distintas y todas giran en torno al mismo tema. Los emergentes no representan una verdadera alternativa moral y sólo hacen que recoger materiales de derribo. No significan ninguna regeneración social y sólo son un cambio en las prioridades al dictado de las promesas inducidas o generadas por ellos mismos sin fundamento en las necesidades sociales universales. Son las actitudes y las aspiraciones las que definen hoy a los gobernantes. El interés y el egoísmo no han variado. Estamos en las mismas y en los mismos.
Bien por desafío demográfico, bien por crecimiento económico, o bien por vía de militancia (en último lugar) la movilidad política y social no va a desviarse mucho a nivel interno pero sí a nivel internacional. El concepto de ideología se sustituye hoy por el concepto más amplio de civilización. Lo que ha entrado en crisis es el concepto de militancia o conciencia de pertenecer a uno u otro grupo. Tenemos que encontrarnos en la defensa conjunta de valores universales, sin fronteras, sin restricciones. No podemos perder la capacidad de descubrir atributos comunes que tenemos todos los hombres por el hecho de serlo. Existe una moralidad mínima, natural y consustancial. Militancia concreta no, pero pertenencia y conciencia universal sí.