Dichoso San Valentín

16/02/2018 - 20:19 Luis Miguel Almazán

Espero que hayan leído este artículo con ese sentido del humor que seguro que les caracteriza.

He de reconocer que hasta hace unos años odiaba el Día de San Valentín. Era una de las fechas que más urticaria me producía: el día del amor acaramelado y de las insoportables parejas de enamorados, de los corazoncitos rojos y de los poemas cursis. “Puro marketing consumista”, me decía a mí mismo (sobre todo en mi época de soltero) mientras recurría a los topicazos de “yo no necesito un día especial para demostrar mi amor” o “para mí, San Valentín son los trescientos sesenta y cinco días del año”. Incluso aun teniendo pareja me negaba a celebrarlo o, si no había más remedio que celebrar algo por las exigencias del guión, lo hacía el día anterior, el trece de febrero, el Día de San Benigno (hasta el nombre del Santo acompañaba más).
    Así transcurrían mis catorces de febrero hasta que hace ya algunos años decidí dedicarme en exclusiva a esto del Derecho de familia. Y desde entonces el catorce de febrero es una fecha señalada en rojo en mi calendario laboral. Ahora profeso una inconmensurable devoción por San Valentín, patrón de los abogados matrimonialistas (aunque no reconocido formalmente) y le rezo todas las noches para que siga guiando al cegato de Cupido en su empeño de lanzar con tan mala puntería sus flechas del amor, por lo menos durante unos cuantos años más, hasta que me jubile. Para que los tortolitos que crean haber encontrado a su alma gemela, a su media naranja, se sigan jurando amor eterno del que solo dura unos años como mucho; y para que, en definitiva, que lo que Dios ha unido, que lo separe un buen abogado de familia mediante el auxilio judicial. A excepción del banco, eso sí. Porque lo que ha unido el banco con la hipoteca no lo separa ni Dios.
Y es que es innegable: la principal causa de divorcio sigue siendo el matrimonio y, si el amor es ciego, sin duda el matrimonio le devuelve la vista en más del cincuenta por ciento de los casos. Porque las estadísticas no engañan: entre nulidades, separaciones y divorcios suman más de cien mil parejas rotas al año (el 95% por divorcio) según las últimas estadísticas del INE, frente a poco más de ciento setenta y cinco mil matrimonios. Eso supone que casi dos de cada tres matrimonios que se celebran en España acaban en divorcio, de los cuales muchos ya son en segundas nupcias y otros tantos con hijos. La duración media de los matrimonios que acaban en ruptura es de 16 años y la edad media de los afectados por las FDC (Flechas de Cupido) oscila entre los 40 y los 49 años. Y todas estas estadísticas no tienen en cuenta los que conviven como pareja de hecho (“arrejuntaos” que decía mi abuela), inscritos o no, y que también romperán su relación sentimental, seguramente en los mismos porcentajes.
    Con estos datos podemos concluir que el concepto de “familia” se encuentra en un proceso de transformación y cada vez es más frecuente encontrarnos con casos de familias monoparentales, hombres separados o mujeres separadas con hijos, o familias reconstituidas donde conviven hijos de relaciones anteriores con hijos nacidos de esa nueva relación. Y esto también supone que cada vez son más personas las necesitadas de asesoramiento en materia de Derecho de Familia y todo cuanto le rodea, asesoramiento que humildemente les está brindando un servidor en pequeñas dosis a través de esta Sección de “Derecho y Familia”.
    Una aclaración final: espero que hayan leído este artículo con ese sentido del humor que seguro que les caracteriza (excepto en lo relativo a las estadísticas, que son reales, y en mis conclusiones, que son serias). Hoy me ha dado por ser sarcástico y por eso lo aclaro. No quiero que se echen encima de mí ni hordas de devotos de Cupido, ni groupies de San Valentín o fans de “First Dates”. Ni mucho menos que me hagan escraches en la puerta de mi casa promovidos por las asociaciones de románticos empedernidos que han encontrado al amor de su vida en el “Meetic”. Al fin y al cabo, he de reconocer que yo también soy uno de ellos. www.almazangarciaasesores.com.