El cuerno y el corazón
07/08/2011 - 00:00
España está de fiestas y de vacaciones, quien lo esté. Hay toros que corren por las calles y otros que son toreados o rejoneados en las plazas. Hay luces y sombras. Olés y lágrimas. Los astados pueden enfrentarse a la muerte, pero también pueden matar. Un hombre de 50 años recibió varias cornadas y falleció, en un pueblo en fiestas, ante la mirada impotente de muchos conciudadanos. Otro ayer en el País Vasco. Las noticias han corrido como pólvora por toda España. En la alegría y la fiesta no podemos bajar la guardia.
El cuerno es un arma cargada de fuerza y muerte si llega al corazón. Hay que extremar la prudencia.
Lo que acabo de decir es verdad, pero sólo es un pretexto. Hoy las noticias nos recuerdan que África tiene un cuerno geográfico tremendo. Una región maltratada por la naturaleza y por las armas. Es un peligro de muerte para millones de personas. ¡Millones!
Están padeciendo la mayor sequía desde hace más de medio siglo. Y ellos han padecido ya tantas, que
están aterrorizados.
Necesitan agua y alimentos de forma urgente, porque ya no aguantan. Se guro que recuerdan al torero:¡más cornás da el hambre! Añado hoy: ¡y a más gente! Casi la mitad de los somalíes, 4 millones están sufriendo una crisis humanitaria. La hambruna se extiende por dos regiones enteras del país. Con eso debería estar todo dicho. Pero es sólo el principio. Los conflictos armados de la zona, las malditas armas, están situando entre la vida y la muerte a una población que ronda los 10 millones de personas.
La gente que huye como puede, con el último aliento, de la sequía, el hambre y las armas intenta llegar a Kenia y Etiopía, recorriendo a veces más de 100 tórridos kilómetros. Pero los campamentos están colapsados. Algunos tienen más de 400.000 personas (Estaba previsto para 90 mil). Las últimas noticias son que la situación está empeorando. Valerie Amos Subsecretaria de la ONU para Asuntos Humanitarios acaba de decir: La crisis se está intensificando en el Cuerno de frica.
En Kenia, Etiopía, Somalia y Yibuti hay 12,4 millones de personas con una extrema necesidad de ayuda mientras la situación empeora. Cruz Roja, Cáritas y los organismos internacionales, lo han venido advirtiendo. La catástrofe humanitaria tiene en muchos casos, el añadido de la sin razón, el fanatismo y la locura. Hay grupos armados que demoran, dificultan o impiden la llegada de la ayuda humanitaria. La violencia del fanatismo es la puñalada de Bruto, la cornada de la bestia humana en el propio corazón de sus compatriotas. Las tribus enfrentadas, las guerras y las armas, en ese cuerno africano descubren en muchos casos lo más abyecto de la naturaleza humana.
La sequía y la sed, son caballos apocalípticos desbocados. El Programa Mundial de Alimentos en algunos casos no llega a su destino; en otros casos tiene efecto llamada. La miseria y el hambre son tan grandes que ponen en peligro no sólo los campos de refugiados sino los posibles países de acogida. Eduardo S. Molano, enviado especial a Dadaab (campo de refugiados entre Somalia y Kenia) narra las palabras de un refugiado que ronda los 40 años: En las últimas dos décadas nada ha cambiado. Mis hijos nacieron en este campo de refugiados, y su hijos también lo harán .En Somalia ya no hay nada por lo que luchar. Somos los eternos olvidados del mundo.
(Somalia se muere de hambre en Los Domingos de ABC p.43). Olvidemos, si es posible, que estamos de vacaciones, que en nuestras revistas del corazón y en los diarios se habla del banquete de Adriá rodeado de los gurus mundiales de la gastronomía, para cerrar El Buli. Olvidemos que se han pagado rescates a piratas y no piratas sabiendo que el dinero no era precisamente para comer. Olvidemos las armas que hemos vendido, las guerras que abrasan África, con indignados, tribus, milicias islamistas, tiranos o con la OTAN.
Olvidemos el creciente aumento del precio del trigo, el maíz y el arroz, que nada tiene que ver con las cosechas sino con la especulación. Olvidemos que la gente que llega a algún campo de refugiados antes ha tenido de abandonar lo poco que podía poseer, porque también sus animales, sin agua y sin pastos están muriendo. Olvidemos que sean los Gobiernos quienes tienen que abrir corredores humanitarios, y quienes tienen la obligación principal de poner en marcha planes de emergencia y socorro
pero son seres humanos. ¿De verdad a usted este Cuerno de África, y estas personas, (de 3 a 10 millones) le traen sin cuidado? ¿Qué se puede hacer? Comentaba la noticia con mi madre, de 93 años. Copio sus palabras: Mi padre me decía siempre: dale limosna a un pobre, que Dios te dará que sobre.