El disfraz

25/08/2017 - 21:20 Javier Sanz

El hábito es el digno vestido con el que uno se identifica, generalmente para desempeñar una profesión. El disfraz es lo contrario.

El piso bajo, a ras de acera, la ventana entreabierta y la conversación en voz alta. El individuo comentaba en la calle a una señora que “el disfraz es el mismo”. Dos minutos antes había pasado un grupo de cuatro sores con hábito color corinto y camisa blanca, creo recordar que iban coronadas por una toca de este color. El individuo comparaba a estas religiosas con un grupo de mujeres que en las pasadas Fiestas de la ciudad se habían disfrazado de monjas, con trajes de color negro. Para él, “el disfraz era el mismo”, o sea, que variaban sólo los personajes. Por supuesto, hablaba con gran autoridad.
Malo es que confundamos “hábito” con “disfraz”, aunque aquel no haga al monje; peor aún que lo utilicemos con desprecio. Los religiosos que, voluntariamente, eligen profesar e ingresar en determinada orden, aceptan también las normas de la misma. Algunas incluso permiten, en los últimos tiempos, elegir entre el hábito y el vestido “de calle”. Hay quien lleva el hábito, una incómoda arpillera, como penitencia, muchos incluso ni se lo plantean pues saben que en la elección de esa forma de vida que deciden, voluntariamente, va implícita la vestimenta. San Juan de la Cruz, por ejemplo, lo llevó con la normalidad de muchos sabida.
El hábito es el digno vestido con el que uno se identifica, generalmente para desempeñar una profesión. El disfraz es lo contrario, algo jocoso con lo que uno se reviste, a veces para divertirse, a veces para ofender. No es disfraz tampoco el uniforme militar, ni la toga del magistrado, ni la casulla del sacerdote… Es un rasgo que distingue las muy diferentes profesiones. El médico no se disfraza tampoco con una bata blanca o con un pijama verde sino que conserva una tradición y hace que se le reconozca a través de los símbolos. Pura historia de las profesiones, en fin. En la riqueza profesional de tantos siglos no todo puede ser plano.
Hay un disfraz invisible. Aquel que utiliza un fulano para pontificar. Y caricaturizar, tantas veces desde la ignorancia. Y se lleva todo el año, toda la vida. Aunque el personaje no se da ni cuenta. Ya ve usted.