El futuro

20/01/2018 - 12:31 Luis Monje Ciruelo

El futuro está escrito en una tinta simpática que sólo podemos leer en la noche de cada día.

Comenzar un nuevo año es como descorrer la cortina de un dintel que da al campo en una noche oscura y ponerse a caminar por un paraje desconocido. Es como andar a ciegas sin ni siquiera la ayuda de ese bastón blanco que tantea la oscuridad en que se mueven los carentes de vista; es como ponerse a andar de noche por el  incierto camino del futuro sin más experiencia que la de nuestro tránsito por el pretérito que hemos dejado atrás. Pero de nada sirve esa experiencia si ignoramos totalmente las trampas y vericuetos de ese futuro. Algo así escribió Ortega y Gasset, nuestro eximio filosofo del siglo pasado, en su libro “La rebelión de las masas”. La página abierta de la vida siempre es hermosa, y por eso muchos dicen aprovéchala, sin concretar cómo, aunque otros están de acuerdo en que conocer de antemano el futuro no sería una buena idea, incluso Cicerón dijo que es mas útil su desconocimiento y Horacio aconsejaba “evita indagar lo que será el mañana”, pero quizás le faltó decir “si no puedes modificarlo”. Porque el saber por ejemplo de antemano la hora de nuestra muerte, sería un motivo de sufrimiento sin  provecho. En todo caso sería más lógico que quien esté satisfecho de su presente no tiene porqué que pensar que va a ser muy distinto su futuro. Aquí  quizás encajaría el comentario de aquel que decía” cuanto  mas trabajo más suerte tengo en la vida,” lo que puede interpretarse como que la voluntad del individuo también influye en disfrutar de un buen futuro. O sea , más breve todavía:” a Dios rogando y con el mazo dando,” consejo que mas o menos  todos hemos dado a hijo o nieto estudiante: “estudia mucho que en los libros está tu futuro”. Lo que es una gran verdad aunque no en todos cale. Podríamos decir que el futuro está escrito en una tinta simpática que sólo podemos leer en la noche de cada día Pero si está escrito, decidido ya, por qué preocuparnos de los misterios de su incertidumbre”; de adivinar el futuro muchos pícaros han hecho una profesión a costa de los incrédulos e ingenuos, aunque en los tiempos antiguos los augures, adivinos, oráculos, arúspices y sibilas tuvieron gran predicamento.