El mar

21/10/2018 - 13:27 Marta Velasco

Este otoño los españoles deberíamos resolver asuntos muy importantes y dejarnos de tonterías, pero no creo en milagros. 

El otoño me ha traído un regalo inesperado: un corto viaje al mar. Tengo que reconocer que en realidad no es el otoño el que me agasaja, sino amigos y parientes encantadores que adornan mi vida con estas invitaciones.

El mar para mi alma seguntina es como el bálsamo de fierabrás o la panacea universal. El mar, que conocí siendo ya adolescente en Cádiz, hizo de mi existencia un paraíso de sal y peces añorado durante todo el invierno y ahora, en esta edad tardía, según me voy acercando al agua, aunque no vea desde el coche a la fiera azul que presiento golpeando las rocas, oigo su rugido, huelo su perfume y juro que se me pasan todos los males. Esta vez lo he saboreado cuando ya se había acabado el verano y me ha gustado mucho hacerlo antes de que nos trague el frío mesetario.

Regreso al otoño y, hablando de saborear, uno de los buenos bocados de esta estación son las setas.  Estoy segura de que este año vamos a poder ir a cogerlas en Sigüenza, porque lo mejor de los hongos empieza en la búsqueda. Prefiero comer las deliciosas setas de cardo, aunque son difíciles de encontrar. Cuando en la colina pedregosa ves brillar algo y te acercas, puede haber un círculo de brujas, cuatro o cinco que cortas por el pie con mimo, cepillas con un pincel y olfateas con reverencia.  En cambio, el hallazgo de los anaranjados níscalos es más divertido. En el pinar, surgen levantando la pinocha, entre el musgo verde, como grandes flores, húmedos, contundentes y abundantes. No son tan deliciosos, pero guisados con patatas hacen plato.

Me dicen unas amigas socialités que lo más jugoso de la reentré en el aspecto social ha sido la boda del chico de los Alba en el jardín de Liria, con cuadros entre la hiedra y domadores de leones. Todo queda pálido al lado del error del presidente y su señora, a la que hubiéramos querido ver, en esta solemne ocasión del día de la Patria, engalanada con nuestra bandera española, más adecuada que cuando vistió una ajena. Se ha comentado su intromisión en el besamanos real hasta el hastío, imagino a los Sánchez fastidiados y buscando un responsable que no sea él o Él, pero… con tanto consejero ¿no ha nombrado Don Pedro a ninguno que le diga cómo debe comportarse en los actos en los que interviene SM el Rey?  Mon ami, busqué algún experto del cuerpo diplomático y pídale que por una discreta nómina le ponga al día. 

Mas, hemos venido por setas y no por Rolex. Me dicen que me estoy politizando y no quisiera. Lo que ocurre es que este otoño los españoles deberíamos resolver asuntos muy importantes y dejarnos de tonterías, pero no creo en milagros y pienso que irá para largo y será muy doloroso. Que Dios nos ampare y nos colme de setas y de buenos amigos.