¿En qué nos parecemos las personas a un GPS?

30/10/2011 - 00:00 Ana Sáez Ramírez

 
  
     Toda persona tiene un pasado, del que cada uno recuerda principalmente lo que durante más tiempo le ocupó mentalmente, sobre todo lo que le trajo algún provecho y ventajas. A grandes rasgos se puede decir que recordamos aquello a lo que en el pasado reaccionamos con alegría o con enojo, y que nos movió una y otra vez.

  En cualquier caso, nosotros estuvimos implicados ya sea en los aspectos favorables o desfavorables, ya bien intentando conciliar o bien siendo malvados, sobre todo si se puso en entredicho nuestra posición. Partiendo de la base de que ninguna energía se pierde, cada situación, cuestión o aspecto ya sean positivos o negativos, podamos acordarnos de ellos o no, está grabado, y todo eso marca nuestra conciencia, ¿pero dónde esta grabado? Para responder a esto nos ayuda el símil de un GPS utilizado para viajar, en el que se introducen los datos del destino al que queremos llegar y a través de una red de comunicación se puede reproducir la totalidad del trayecto, existiendo en todo momento la comunicación entre vehículo y satélite.

  El sistema de navegación con sus procesos de emitir y recibir, grabar y coordinar, es sin embargo una burda imitación de lo que tiene lugar ininterrumpidamente entre el microcosmos y el macrocosmos. Con precisión milimétrica se registra en el macrocosmos cada movimiento de una persona, cada faceta de sus sensaciones, sentimientos, pensamientos y obras. Allí se percibe y anota absolutamente cada cambio, por muy pequeño que sea, y se actualiza correspondientemente.

  Dicho esto podríamos hacer un pequeño ejercicio para comprender mejor las legitimidades cósmicas: “Contemplemos el cielo en una noche estrellada, preguntándonos: ¿Qué es lo que sucede allí arriba? Dejemos ahora que una gota de reconocimiento celestial alcance nuestro ánimo. La gota de la Sabiduría divina dice: Usted, cada uno de nosotros, es un microcosmos especial, completamente individual dentro de del macrocosmos material y más aún, dentro de un macrocosmos de sustancia más fina.

  De esta forma partamos de la base de que cada persona es un microcosmos propio, específico, que está en contacto y en comunicación con el macrocosmos material y además también con el cosmos invisible”. Nuestra alma después de nuestra muerte física, sigue viviendo; vive en las constelaciones planetarias de un microcosmos más fino. El dónde y con qué grabaciones se habrá marchado el alma, lo determina cada persona por sí misma según su vida terrenal, pues todas las decisiones tomadas en vida, ya sean a favor o en contra de la ley cósmica universal, se plasman en el grabado de su alma. Todo queda registrado, y por todo hay que “rendir cuentas”.

  En todos los cosmos es válida la misma ley, también en relación a nuestro comportamiento respecto a los animales, plantas y minerales: «Lo que el hombre siembre, eso cosechará». Nada se pierde y todo queda plasmado. Toda actitud de ayuda, así como toda violencia está dibujada de forma precisa y se actualiza a cada instante en base a lo negativo y a lo positivo de la persona. Por eso sigamos la recomendación: ¡Aproveche el instante, aproveche el día! .