Esos dos viejos conocidos

07/04/2018 - 20:57 J. Pastrana

¿Qué es el humor? Se podrían buscar definiciones o elaborar teorías al respecto, pero lo cierto es que, como espectáculo, el humor tiene demasiadas caras. Al final, respetando el derecho que tiene cada uno a que le haga gracia lo que le salga de las narices, se podría decir que existen dos tipos de humoristas: los inmortales y los que nacen y mueren con su propia generación. Una distinción cruel porque, seamos sinceros, ser inmortal es muy muy complicado.

 

El primer recuerdo que tiene un servidor de Faemino y Cansado está unido, como le ocurre a casi todo el mundo, con la televisión. Ellos en la pantalla y mi padre protestando por aquel humor absurdo. Y no había discusión posible porque tenía razón, pero lo que a él no le hacia gracia, a nosotros nos mataba de la risa. Gracias a ellos descubrí que había un tipo llamado Kierkegaard que probablemente escribía libros.

 

El humor de Faemino y Cansado suponía una ruptura con todo aquello que los habituales humoristas de la época solían ofrecer al espectador.  Lejanamente ligado con las alucinadas historias de Gila, que no es poco, aunque infinitamente más kafkiano. Más que los chistes, lo suyo era una parodia de las conversaciones entre amigos… o entre parejas, con uno reforzando la versión del otro a costa de detalles disparatados o llevándole la contraria en puntos sin importancia, coqueteando con la improvisación como sólo pueden hacerlo quienes conocen perfectamente los mecanismos de su propio invento. En su particular matrimoniada, porque a un servidor siempre le ha parecido que hacían un humor más costumbrista que inteligente, lo que importa es la forma, no el chiste final. Ofrecen un cómo muy elaborado que puede jugar con la expectación, pero en el que el clímax final es lo de menos.

 

El Buero Vallejo se llenó hasta la bandera para viajar en el tiempo con ellos. El público ya sabía qué había ido a ver y estos dos profesionales del escenario se lo dieron. Lo que antes era innovador y rupturista, es ahora evocador. Sin inventar nada, demostrando que efectivamente Quien tuvo Retuvo, no es que Faemino y Cansado repitieran grandes chistes, porque cuesta creer siquiera que puedan o pretendan repetir exactamente el mismo espectáculo dos noches seguidas. Más bien se limitaron a ser ellos mismos, siguiendo la misma línea que les convirtió en mito para toda una generación. Porque cuesta creer que lleguen a ser inmortales como lo han sido otros reyes del absurdo, pero sí son esos dos amiguetes a los que podríamos estar escuchando contar historias durante horas, dos tipos que no han cambiado ni se han dejado cambiar, lo que también es mucho en estos tiempos que corren.

 

A la salida, un público encantado con el espectáculo aprovechaba para recordar otros grandes momentos de la pareja. Mientras tanto, en sus casas, es probable que cientos de jóvenes estuvieran viendo a algún youtuber al que yo jamás conseguiré encontrarle la gracia. A veces el humor, más que una carcajada, es un viaje en el tiempo.