Fiestas de agosto

19/08/2017 - 11:15 Pedro Villaverde Embid

La asistencia de gente demuestra que sigue tirando y mucho tanto la misa y posterior procesión del patrón como la celebración de encierros y sueltas de reses.

La provincia entera bulle en fiestas y prácticamente el contenido informativo del periódico y las conversaciones entre familiares y amigos versan sobre ese desplazamiento al pueblo para disfrutar de su encanto y reencuentros. El tiempo parece detenerse cuando de nuevo estamos ante la subasta de andas del santo o virgen tan queridos, en la verbena o sentados en la plaza. Lo que demuestran los números, es decir la asistencia de la gente, es que siguen tirando y mucho tanto la misa y posterior procesión del patrón, por mucho que la sociedad sea declarada como aconfesional, como la celebración de los encierros y las sueltas de reses que tienen lugar en numerosos lugares y cuya lista no es más extensa por causa de la estricta normativa que cada vez exige mayores medidas de seguridad y por tanto costes económicos imposibles de asumir por la mayoría de los ayuntamientos. Cuando un toro anda suelto hay que extremar precauciones sí, pero nos parece que se cae en el exceso. Recordamos  aquellos veranos de los años ochenta cuando pasábamos unos días en el pueblo familiar, Huertapelayo, en los que se cerraba la plaza para soltar algún novillo. Una vez se coló en alguna casa y en varias ocasiones se escapó hacía el campo. Muchos se atrevían a darle un capotazo y nunca pasó nada. Era sana diversión. Nadie hacía daño al animal. Desde aquel reglamento del año 99 no volvió a hacerse. Arduo debate es el de si deben existir o no festejos taurinos en las programaciones de las fiestas, incluso algunos municipios han votado y obtenido distintos resultados. Las dos opiniones son  defendibles. A nosotros, contrarios a cualquier tipo de maltrato animal, nos parece que cumpliendo las normas de participación, los encierros, especialmente por el campo, son una manifestación de belleza y disfrute de la naturaleza. Respecto al festejo en plaza entendemos que sin ellos desaparecía el toro de lidia pues no tendría sentido su crianza y se perdería el beneficio que genera esta actividad para muchas familias, pero respetamos a quien lo considera inadmisible en una sociedad del siglo XXI, pues somos los primeros a quienes nos desagradan los mugidos de dolor de la res en su agonía. En cuanto a las verbenas, las copas y los juegos variados bienvenidos sean. Hay que pasarlo bien. Es cierto, también, que hay que controlar el consumo de alcohol entre los jóvenes, evitar abusos y mantener un cierto comportamiento.