Guadalajara importa

14/05/2015 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

Tal vez sea una ilusión o no. Lo cierto es que Guadalajara está siendo tenida en cuenta tanto en la precampaña como en estos días de auténtica vorágine política por los más significativos líderes de las distintas formaciones y ello nos place. Posiblemente sea porque está a poco más de media hora de Madrid o por sus buenas comunicaciones, pero a los ciudadanos y también a los periodistas nos gusta ver de cerca a Pedro Sánchez, Rosa Díez, Javier Nart, José Bono, Eduardo Madina, Rafael Hernando o el próximo viernes, nada menos, que a Mariano Rajoy. Más habitual, pero también muy relevante, es la participación en actos de la secretaria general del PP, número dos a nivel nacional, y presidenta de nuestra región, María Dolores de Cospedal, y del secretario regional del PSOE y candidato Emiliano García Page. Desde que ha empezado la campaña, casi, día sí, día no, visitan nuestra ciudad y algunos de nuestros pueblos. Los socialistas también tuvieron asambleas abiertas hace tiempo con destacadas personalidades o personas conocidas y los populares nos han traído a secretarios de Estado y otros cargos de postín. Guadalajara no tiene que ponerse el cartel de que existe y parecen haber quedado atrás aquellos tiempos en los que se decía que éramos la provincia discriminada. La presencia de los líderes más mediáticos demuestra que por razones de estrategia, al menos, importamos, y de ello debe extraerse una lectura positiva. “Si quieres ser feliz, no analices muchacho” como decía Cervantes. Por ello no vamos a entrar a especular si se arropa a los candidatos municipales o autonómicos de Guadalajara para darles ánimo, por imagen de unidad del partido o simplemente porque se tiene en consideración a nuestra tierra. Las sensaciones son importantes y el voto indeciso, que es mucho en esta ocasión donde hay tanto mensaje contradictorio, puede finalmente variar por cuestión de detalles, como en las grandes citas futbolísticas. A quienes los procesos electorales nos atraen porque los vemos como una fiesta de la participación y de la democracia, con sus músicas, sus ruidos y su buena dosis de teatro, que hay mucho, nos alegran las visitas, lo pasamos bien con la lluvia de programas y el intercambio de opiniones. Echamos de menos más debates entre candidatos, eso sí, y sobre todo nos molesta la falta de respeto y los insultos cuando los hay como los recibidos por la vicepresidenta que no merecen más comentario que el desprecio al tipejo.