Hablemos de la Corona... de la de otros, claro

06/03/2017 - 16:50 J. PASTRANA

Los británicos tienen una relación... muy especial con su Familia Real. Podemos decir que es el país occidental en el que más se la venera y menos respeto se le tiene a la vez. Sólo así puede entenderse el tratamiento que le dan en la prensa rosa, como si de personajes de Sálvame se tratara. El año pasado, esa mirada critico-romántica se situó en el germen de dos productos televisivos totalmente acertados, cada uno en su género, pero opuestos entre sí, aunque ambos estén protagonizados por jóvenes reinecitas a las que las obligaciones del trono les cayeron casi como sendas bofetadas de realidad.

 

 


Victoria es la heredera natural de Downton Abbey, un drama romántico con amoríos imposibles, además de un poquito veletas, en el que las vicisitudes de la monarca Victoria (siglo XIX) pesan tanto como las de sus lacayos. Una mirada edulcorada que disimula sus medios con una puesta en escena elegante y que juega casi todas sus cartas al encanto de la adorableJenna Coleman, bien acompañada durante algunos capítulos por la mirada lacónica de Rufus Sewell.


La creación de Daisy Goodwin tiene mucho más de romántico que de histórico, pero sabe evitar el exceso de azúcar para no resultar insoportablemente empalagosa, aunque en algunas ocasiones corra  serio peligro de serlo.

 

Mucho más cínica y cruel es su hermana mayor, por calidad y medios, The Crown, basada en la vida de Isabel II. Llegada al trono tras la muerte de Jorge VI, el monarca tartamudo de El discurso del rey, la primera temporada de The Crown se centra en los primeros años de reinado de Isabel II y su relación con otro personaje histórico irrepetible, Winston Churchill, el siempre magnífico John Lithgow.

 

 


The Crown huye de cualquier idealismo sobre la monarquía, representándola más como una condena que como un privilegio. Peter Morgan logra retratar con asombroso buen gusto esa jaula de oro en la que están encerrados tanto la reina como todos aquellos que pertenecen a su círculo íntimo. Una prisión repleta de lujos, pero en la que casi todos se sienten asfixiados, de una manera u otra, por una falta de libertad que resulta más agobiante cuanto más choca con la realidad de un mundo en constante evolución.
Claire Foy no deja de ser aquí un pelele de las tradiciones frente al eje del universo que representa Jenna Coleman en Victoria. Dos visiones de la corona y de dos reinas completamente distintas que chocan, sobre todo, por la mirada romántica que se lanza sobre la fallecida y el implacable juicio realizado a la monarca actual. 

 

VICTORIA
Para románticas/os adictos a los dramas de época elegantes en los que el amor se respira allí por donde pisa la reina.

 

THE CROWN
Una mirada dura, aunque igualmente elegante, a la vida y reinado de Isabel II, con más miserias que alegrías. Uno tiende a pensar que difícilmente podría ver la luz aquí una producción como ésta sobre la Corona española.