Hita, 57 años de un festival pionero

09/07/2017 - 12:46 Jesús Orea

Cuentan las crónicas que más de cinco mil personas estuvieron en Hita ese histórico 17 de junio 1961 y más de 500 vehículos aparcaron donde pudieron.

El pasado fin de semana se celebró la 57 edición del Festival Medieval de Hita, una de las dos fiestas de la provincia de Guadalajara que gozan de la declaración oficialde “Interés turístico nacional”; la otra es La Caballada, de Atienza. Aunque en la actualidad hay más de 130 eventos declarados oficialmente como fiestas de interés turístico nacional, las dos citas guadalajareñas formaron parte de la primera, y muy escogida, lista de diecisiete que obtuvieron esta consideración, que data de 1980. El festival hiteño y la Caballada atencina compartieron esa pionera y selecta declaración con eventos nacionales tan conocidos y reconocidos como la festividad de los Patios de Córdoba, la Pasión de Esparraguera (Barcelona), la Octava del Corpus y Romería de San Isidro de La Orotava (Tenerife) o el Paso del Fuego de San Pedro Manrique (Soria).
    El festival de Hita, como es archisabido, fue creado, impulsado, difundido, programado, dirigido y alentadopor el profesor Manuel Criado de Val,hasta que se agotó su último hálito de vida, el 5 de marzo de 2015, fecha en la que falleció a la longeva edad de 97 años. El conocido y reconocido filólogo nació en Madrid, pero descendía de Rebollosa de Hita, de donde era natural su padre, “diminuto caserío apiñado en la ladera alcarreña, cercado por su consabida tapia defensiva (…) y desde el que siempre tuve a la vista el cerro dominante de Hita”, en palabras del propio lingüista. Rebollosa, que apenas tiene una treintena de habitantes residiendo habitualmente, depende administrativamente de Torija, en calidad de barrio anexionado, pero está muy cerca y, efectivamente, tiene a tiro de vista el cerro testigo en el que se asienta la villa del Arcipreste y de la que toma su apellido.
    Con toda justicia y oportunidad, Criado de Val recibió en el festival de Hita de este año, con motivo del centenario de su nacimiento, un homenaje a su más de medio siglo de trabajo por y para esta cita festiva medievalista, que se enmarcó dentro de la tradicional representación teatral en la plaza de la villa, una de las actividades que han articulado y dado contenido y consistencia al evento, junto con los torneos y justas, los alardes de danzantes, botargas y otros enmascarados, las meriendas y tenderetes en el cerro y las corridas de toros, cuando las ha habido. La obra del teatro medieval que se representó en esta edición, como no debía ser de otra manera, fue “Doña Endrina”, una adaptación del propio Criado de Val, basada en la aventura amorosa en torno a Don Melón, Doña Endrina, la joven viuda y la vieja alcahueta, Trotaconventos, nudo gordiano del “Libro de Buen Amor”, de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, quientanto ha contribuido a dar a conocer el nombre de la villa alcarreña por ser el autor de uno “de los monumentos literarios de la Edad Media”, como es calificada su obra por la mayoría de expertos.
    Esta misma obra de teatro fue la primera que se representó en la primera edición del festival de Hita, celebrada el 17 de junio de 1961; de hecho, en ese pionero evento, el festival se anunciaba como “de Teatro Medieval de Hita” pues la representación dramática era el plato fuerte del programa y, casi único, ya que tan solo lo complementaban los quiebros y requiebros por las callejas y costanillas del pueblo de los danzantes y botargas de Almiruete, Retiendas y Beleña de Sorbe. He dicho plato único y no he dicho bien pues una actividad complementaria que también se incluyó en la primera edición del festival fue, precisamente, la degustación de distintos platos típicos de la gastronomía castellana -sin faltar los míticos “fygados de cabrón con rruybarbo”-, elaborados por el Bar Museo, de la capital, y servidos en distintos puntos de la villa, agotándose todo el género preparado ante la demanda masiva de viandas que se produjo.
    La representación de “Doña Endrina”, creada por el Arcipreste y recreada por Criado de Val -quienes, junto con sus habitantes, de todo tiempo y condición, han puesto a Hita en el mapa- con la que se puso en marcha el festival de Hita en 1961, corrió a cargo de la Agrupación “Dido, pequeño teatro de Madrid”, bajo la dirección de Ángel F. Montesinos, y con la presencia dentro del elenco de grandes figuras del teatro español, destacando entre ellas Mari Carmen Prendes, que hizo el papel de Trotaconventos. Por contra, en los roles secundarios, se advirtió la bisoñez y falta de tablas de algunos actores. En esa primera función teatral en la plaza de Hita, como ha ocurrido con frecuencia en muchas de las posteriores, el viento se hizo presente hasta el punto de merecer este interesante comentario de Manuel Revuelta, publicado en Nueva Alcarria de 24 de junio de 1961: “Y saltó el viento, sopló como brisa suave, pero fue aumentando hasta romper algunas decoraciones y casi derribar el telón de fondo; se siguió la representación, y aquí la fuerza de la palabra, aún sin la tramoya teatral, tenía el verso la misma fuerza. De aquí el decorado simbólico. El escenario escueto… La palabra sola, con su fuerza de evocación, guiada por el genio creador del Arcipreste”.
    Cuentan las crónicas periodísticas de entonces que fueron más de 5.000 personas las que estuvieron en Hita ese histórico 17 de junio de 1961 para presenciar el festival y más de 500 los vehículos que intentaron aparcar donde pudieron, incluidos lugares inverosímiles, y, algunos, casi más cerca deSopetrán, Copernal, Taragudo o Padilla que del propio Hita. Asistieron 32 periodistas de la prensa nacional y agencias, además de un equipo de TVE, operadores del NO-DO y técnicos y locutores de radio. Que televisión española, que en 1961 llevaba apenas cinco años emitiendo, y el NO-DO, un importantísimo recurso informativo y propagandístico de la etapa franquista, cubrieran el festival de Hita es un indicativo categórico de que su promotor supo vender muy bien su producto para merecer tal y tanta atención mediática. Ese Hita que la Guerra Civil había asolado casi literalmente y en el que aún seguían viviendo no pocas familias en los bodegos mudéjares -casas/cueva-, al más puro estilo medieval, pasaba a ser objeto de atención informativa nacional y por una gran causa, como era -es y seguirá siendo- la puesta en valor de historia y literatura como recurso cultural y turístico, algo muy recurrente en estos tiempos, pero entonces absolutamente excepcional. Sin duda, el Festival Medieval de Hita es absolutamente pionero en ese sentido, algo que le confiere la categoría de referente de los muchos y muy variados festivales, certámenes, jornadas y otras nominaciones de formatos similares de carácter historicista que, ahora ya sí, proliferan en España, como las setas en otoño; cuando llueve a tiempo y en cantidad, claro.
    Si bien, como ya ha quedado dicho, creo que fue de toda justicia el homenaje que se le tributó en Hita a Criado de Val en el año del centenario de su nacimiento, porque, ciertamente, fue su alma mater, no quiero, mejor, no debo, dejar de reconocer también la gran aportación que Javier Borobia hizo al festival medieval en un momento dado. Corrían los finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado cuando la Diputación, patrocinadora de este festival durante muchos años casi de forma exclusiva, decidió que había que reajustar su presupuesto a la baja pues ya se situaba en cifras que la administración provincialconsideraba excesivas. La partida más gravosa era la del teatro medieval, que se ponía en un pico, a pesar de escenificarse en play-back, fundamentalmente por el caché de los actores, la dirección y la producción. Y en esas llegó Javier, que logró rebajar el presupuesto a menos de la mitad, gracias a su talento y a su talante, sumando esfuerzos y voluntades de gentes del teatro aficionado -aunque algunas, después, llegaron a profesionales, como Fele Martínez, Miki Nadal, Abigail Tomey o José Luis Matienzo-, amigos de Guadalajara -fundamentalmente de Antorcha-, de Brihuega -del Teatro Joven-, del propio Hita…. Pero Borobia no solo dirigió el teatro, sino que reforzó el conjunto de actos del festival en el que aún es recordado su histriónico papel como Don Carnal en su célebre combate en el palenque con Doña Cuaresma. No obstante, la gran aportación de Javier a Hita y su festival fue contribuir decisivamente a implicar al pueblo como nunca antes en el evento, hecho que ha devenido en que, con el paso del tiempo, sean las propias gentes de Hita, con su Ayuntamiento al frente, quienes ejerzan como principales impulsores y promotores, cuando en muchas de sus ediciones hasta entonces, más que figuras de ese magnífico paisaje que componen el cerro cónico y su caserío, habían sido solo figurantes.
    Y termino como el juglar acabó la “Doña Endrina” del Arcipreste, versionada por Criado de Val, antes de que cayera el telón imaginario en la plaza de Hita el sábado pasado: “Cualquiera que lo oyere si bien trovar supiere,/ Puede más añadir o enmendar si pudiere./ Ande de mano en mano; tómelo quien quisiere./ No le neguéis su nombre;/ Y pues es Buen Amor,/No le deis por dinero, vendido ni alquilado,/ Que no sirve de agrado el Buen Amor comprado.”
    (En la imagen que acompaña el texto se reproduce la carátula del programa del teatro medieval de 1962 que forma parte del legado documental de Criado de Val que se custodio en la Biblioteca de Investigadores de la Provincia de Guadalajara, dependiente de la Diputación).