Juan Carlos Pajares abre en Guadalajara el Carnaval "de la libertad de expresión"

10/02/2018 - 13:35 D.Pizarro

El diseñador de Marchamalo fue el pregonero enmascarado en un acto en el que compartió protagonismo con decenas de botargas de la provincia.

 Uno tras otro, los diferentes personajes y grupos de botargas y vaquillones de la provincia de Guadalajara fueron pasando por el escenario instalado frente al ayuntamiento de la capital. De repente, el lugar se llenó de color, el que caracteriza los originales atuendos de estas figuras, que suelen salir entre los meses de diciembre, enero y febrero, principalmente. La comitiva salió desde el Espacio Tyce y fueron acercándose a la plaza Mayor mediante saltos, bailes y, por qué no decirlo, sustos a los más pequeños. No es de extrañar que esta fiesta, que forma parte del pregón del Carnaval, tenga la declaración e Interés Turístico Provincial. Los primeros en llegar fueron, precisamente, los que jugaban en casa: los mascarones de Guadalajara, que tomaron la iniciativa y fueron presentando a los invitados. “Gracias a los botargas que salen a las calles de nuestra ciudad para demostrar nuestras señas de identidad”, señalaron los anónimos mascarones, que también agradecieron la labor de los tambores “que llenan de alegría nuestras vidas”. Con la invitación a “cantar, reír y bailar” porque “es tiempo de Carnaval”, comenzó la procesión con la botarga de Alarilla, que el día 1 de enero “no deja entrar a nadie en misa mayor sin dar una limosna”. Le siguió la de Alea, que tiene su día grande el 2 de febrero, y que también es conocida como la botarga de la Candelaria.  Continuo la botarga de Arbancón recogiendo limosna, la de Beleña del Sorbe “que sale el 2 de febrero y acompaña a las autoridades a misa” y la de Fuencemillán, con porra incluida. Los siguientes en pasar por el escenario fueron la botarga de Humanes y la de Mazuecos. La primera sale el 1 de enero “y su rabo, antiguamente, se llenaba de alfileres”. La segunda es la protagonista del 24 de enero, junto a la soldadesca”.  La de Montarrón suele ponerse a la puerta de la iglesia para no dejar pasar a nadie que no haya apoquinado antes. La botarga de Razbona también se trasladó el viernes a Guadalajara, aunque para ella, el día más importante del año es el 6 de enero, cuando manchan la cara con agua y ceniza a quien no le dé limosna. Le siguieron las botargas de Razbona, Retiendas y Robledillo de Mohernando, todas con sus características vestimentas y sus saltos y gritos. La de Tórtola tiene, por el contrario, tres salidas: Nochebuena, Reyes y Carnaval, mientras que la de Yélamos de Abajo sale en Semana Santa durante la noche del Jueves Santo. La botarga de Fuentes de la Alcarria también estuvo presente en el pregón pese a que fue recuperada el año pasado, concretamente el día de Navidad, después de 50 años de olvido. La de Hita, la de Majaelrayo y la de Málaga del Fresno hicieron que no decayera la emoción durante la presentación de las botargas. Continuó la botarga de Mohernando, acompañada del bufón de Palacio, personajes que salen en la fiesta de San Sebastián el 20 de enero. La botarga de Peñalver, por su parte, llegó asustando al gentío y, normalmente, se acompaña de una botarga infantil. Dos personajes forman parte de la botarga de Romanones, que salen el sábado antes de Carnaval junto con las mascaritas. Siguieron la botarga de Valdesaz, también con dos personajes y las vaquillas de Zarzuela de Jadraque, con la vaquilla y el barrendero.

Después tocó el turno de los grupos, entre los que no faltaron los danzantes de San Blas de Albalate de Zorita, que acompañan la procesión del santo cada 3 de febrero; y, por primera vez en la capital, las vaquillas de Anquela del Ducado, que recorren las calles para recoger productos para la merienda. También estuvieron en la capital los Chocolateros de Cogolludo, que invitan a chocolate para romper el ayuno del Miércoles de Ceniña. Las Vaquillas de Membrillera, botargas “terroríficas” del martes de Carnaval y las de Riba de Saelices, tradicional vaquilla y cencerrada, hicieron que los asistentes al pregón no notaran el frío. A continuación llegó la botarga infantil de Robledillo, una de las pocas que existen. “Los niños danzan al son de la música y van sin máscara”, leyó un pequeño mascarón. También estuvieron en Guadalajara los Vaquillones de Robledillo, las Mascaritas de Salmerón y la botarga de Valdenuño Fernández. Éstos aprovecharon para realizar su espectacular paloteo. La recuperada Botarga de Guadalajara y la de Almiruete cerraron el colorido desfile, antes de que el pregonero enmascarado se dirigiera a los presentes. “Un año más, la ciudad celebra la libertad de expresión, la felicidad, la artesanía y la tradición”, comenzó diciendo el misterioso pregonero, que invitó a “cuidar aquello que generación tras generación debe permanecer”. Se acordó de los que trabajan “duramente y con mucha ilusión durante muchos meses” para que el Carnaval sea posible. Y saludó también “a los que hacéis y hacemos patria, los que estamos orgullosos de nuestra tierra y queremos mostrar todo lo que valemos. Los que llevamos el sello ‘made in Guadalajara’ allá donde vamos”. El enmascarado, que resultó ser el diseñador de Marchamalo Juan Carlos Pajares, reconoció que el vestir  ayuda a “proyectar un mensaje, un sentimiento, una fantasía y un querer quien quiera ser”. Para Pajares, la moda es, por tanto, algo “mágico” que transforma “y que nunca debemos dejar en un segundo plano”. Con un “viva el Carnaval” y otro “viva, Guadalajara”, dio paso al descubrimiento de su cara, anunciando a los presentes quién era, “un alcarreño hasta la médula”. El alcalde, Antonio Román, que estuvo acompañado por numerosos concejales de todos los grupos políticos, le entregó un recuerdo del pregón.

No faltó el tradicional ‘aliguí’, al que los mascarones invitaron, además de al pregonero y al regidor, a muchos de los concejales presentes.