Julián del Olmo anuncia su jubilación de TVE en su felicitación navideña

24/12/2017 - 11:34 Pedro Villaverde

El periodista y sacerdote alcarreño es el director del programa 'Pueblo de Dios', que se emite en TVE. Actualmente se encuentra a la espera de relevo.

La tradicional felicitación del periodista y sacerdote Julián del Olmo llega a sus amigos como cada año en forma de libreto, en esta ocasión de 58 páginas, con tapa dura, numerosas fotografías de su vida y estructurado en siete capítulos. Lleva por título, El río que me lleva y sirve de repaso a su trayectoria, desde la atalaya de la sabiduría, la experiencia y la humanidad que le caracterizan.
    La principal novedad que trae la publicación es el anuncio de su próxima jubilación de Televisión Española después de treinta años de trabajo en este medio, desde 1992 como director de Pueblo de Dios, que se emite cada mañana de domingo. Con anterioridad formó parte de  Últimas preguntas (1990-1992) y en un principio (1987-1990) colaboró en El Día del Señor. Hace un año pidió ya el relevo al entender que con 75 años cumplidos era el momento de saber retirarse de “este amor de treinta años que me ha dado muchas satisfacciones, reconocimientos y premios” y hoy espera ya conocer su relevo. La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación le remitió a los programas religiosos de TVE por esa doble condición de sacerdote-periodista de la que siente orgulloso. “En mi caso ambas vocaciones se fueron gestando en la niñez, cuando era monaguillo y soñaba con ser cura con Don Octaviano y don Aurelio y escribir en Nueva Alcarria, el periódico que leía mi padre. Gracias a Dios, mis sueños se hicieron realidad y estoy encantado de la vida”, nos confiesa.
    “Dirigir Pueblo de Dios ha sido un privilegio y una gran responsabilidad por lo que es, un programa institucional de la Iglesia, por sus contenidos de gran calado humano y religioso, por su larga trayectoria (es uno de los programas más consolidados de TVE) y por su gran audiencia (el share siempre estuvo muy por encima de la media de la Segunda Cadena) señala ‘el cura de la tele’ que recuerda que en su trabajo siempre ha puesto “alma, vida y corazón” y destaca que “fui bien acogido, respetado, escuchado, apoyado y hasta querido”, afirmando que “yo he estado muy a gusto en TVE, aunque no me faltaron disgustos” y que ahora, en el momento de la despedida se irá “con dolor de corazón porque cuesta dejar a la gente con las que has compartido trabajo, ilusión y amistades durante muchos años”. La televisión le ha permitido “conocer a fondo la obra de la Iglesia a pie de calle, en España y en todo el mundo, y a centenares de personas admirables que están dando su vida por los demás”.
    “Conmigo o sin mí, la vida sigue, Pueblo de Dios sigue y yo, con permiso del de arriba también sigo”, reflexiona Julián para responder a esa pregunta que le hacen tanto en estos días ¿y ahora qué?  Y contesta que descansará un tiempo sin olvidar a los enfermos mentales a los que acompaña, ni a su comunidad parroquial de San Pío X, ni a las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl, los Hermanos Maristas, los Hermanos de San Juan de Dios, las Religiosas Angélicas o Manos Unidas. Tampoco dejará de lado el periodismo, incluso aventura que desempolvará un par de proyectos que tiene “en la recámara”. Y por supuesto seguirá fiel a su familia, sus amigos, su querido pueblo natal Yela, donde tiene ‘El Huerto’, heredado de sus padres, en el que siente “en mi particular paraíso terrenal”.
    En el resto del libro, en el que no falta ese recuerdo siempre cariñoso a sus padres Julián y Julia, a sus hermanos José Luis, Alberto y Jaime, a sus orígenes, rememora su vida en la Iglesia desde su bautizo en 1942, su confirmación en Valderrebollo, su primera misa en la parroquia de San Pío X, tras la ordenación sacerdotal por el obispo Laureano Castán Lacoma y sus distintos destinos sacerdotales por distintas zonas de la provincia y Madrid, hasta celebrar el pasado año sus bodas de oro. Respecto al futuro de la Iglesia entiende que “tiene que renovarse a fondo para responder a los retos de la sociedad actual y trasmitir la alegría del Evangelio al mundo. El Papa Francisco está en ello, pero hay cristianos de altura y bajura que se dedican a poner palos en las ruedas para que el carro no avance”.
    Julián del Olmo también se refiere a sus viajes por casi un centenar de países donde ha visto maravillas y miserias “que podrían dejar de existir si todos quisiéramos que desaparecieran”. “Si hubierais visto lo que yo he visto no os extrañaría que la gente emigre en pateras para salvar su vida, aunque con las barreras que les hemos tendido en el camino no es raro que muchos la pierdan”.
    Con un bello lenguaje poético, lleno de sensibilidad y abriendo su corazón y sus pensamientos a los demás, Julián, que se define como “un cura normal”, hijo del herrero, hijo de la luz, hijo de la Alcarria, hijo del sol y del viento, hijo de la vida, hijo de la Iglesia e hijo del mundo,  cuyo río que le lleva es el deseo de ser feliz y hacer feliz a los demás. “El río que me lleva eres tú que en algún momento de mi existencia fuiste compañero o compañera de viaje”, expresa en la dedicatoria.