La Catedral de Sigüenza a todo color

03/06/2018 - 10:57 Jesús Orea

Sigüenza tiene una gran Catedral que solo merece el casi obligado elogio y las lógicas admiración y afección de quienes la han tenido y tenemos como propia por ser la sede de la cátedra de nuestro obispo y la cabeza de nuestra diócesis.

Junio de 2018 va a ser un mes muy señalado y especial para la catedral de Sigüenza y, por ende, para toda la ciudad del Doncel. Por una parte, el día 19 de este mes se iniciará el año jubilar, concedido por el Papa Francisco, con ocasión del 850 aniversario de la consagración o dedicación litúrgica de la seo seguntina, que concluirá justamente cuando se cumpla esa efeméride, el 19 de junio de 2019. El jubileo tendrá como lema “Domus Dei, Porta Coeli” (“La casa de Dios es la puerta del cielo”). Por otra, mediado este mismo mes, se darán por concluidos y visitarán oficialmente -con probable presencia en el acto del Ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo- los trabajos de restauración que en el último año y medio se han llevado a cabo en los retablos de Don Fadrique de Portugal y de Santa Librada, la puerta del Jaspe y la portada de la Sacristía de Santa Librada. Para completar esas dos importantes efemérides que va a vivir la “fortis seguntina” en este año y como tercer punto de apoyo que en las leyes físicas se precisa para que un objeto inestable logre el equilibrio perfecto, en 2018 se cumple el 70 aniversario de su declaración como basílica por el entonces papa Pío XII. Ese gran deán, sacerdote, comunicador y seguntino militante que es Jesús de las Heras puede estar legítimamente satisfecho del trabajo del Cabildo Catedralicio que preside para que el color -luego me explico- y la celebración vayan a llegar a la catedral con la intensidad que lo van a hacer.
    Como anticipaba, mediado este mes de junio, posiblemente el día 15, se van a dar por concluidos y a visitar oficialmente los trabajos de restauración que, desde noviembre de 2016 y hasta hace apenas unos días, se han llevado a cabo en los retablos de Don Fadrique de Portugal y de Santa Librada, la puerta del Jaspe y la portada de la Sacristía de Santa Librada, que constituyen, en conjunto, uno de los espacios de referencia de la catedral de Sigüenza por su belleza y acreditado valor histórico-artístico. El deterioro de su estado de conservación, especialmente por el paso del tiempo y por precarias intervenciones pasadas, aconsejaba su restauración integral que, felizmente, ha llegado ahora de la mano de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, del Ministerio de Cultura, que ha invertido en ella casi cien millones de las antiguas pesetas, exactamente 586.192,29 euros. Les aseguro que esta importante inversión ha merecido la pena pues el resultado de los trabajos es magnífico y se aproxima a la excelencia. Con esta restauración, la catedral seguntina cierra un capítulo de la imagen de uno de sus espacios referenciales casi en escala de grises y da paso a otro a plena luz y todo color; al menos, esa es la sensación que a mí me ha producido ver este espacio restaurado, siempre extraordinario, y ahora, además, remozado, renovado, espléndido, radiante e, incluso, rozando lo espectacular.
    Hasta la recientemente acometida, la última gran actuación restauradora en los retablos de Don Fadrique y Santa Librada data de la posguerra, cuando fue preciso actuar prácticamente en la totalidad del templo tras el gran deterioro que sufrió en la Guerra Civil iniciada en 1936; aquellas obras, limitadas en recursos económicos e incluso técnicos dada la precariedad de la época, se prolongaron hasta el verano de 1946 en que fue de nuevo abierto al culto. Concretamente, el retablo de Santa Librada fue restaurado por Eugenio Lafuente quien debió ingeniárselas hasta para ocultar el hueco que un proyectil había dejado en una de las tablas que lo conforman, obra de Juan Soreda, un gran pintor que contribuyó a la eclosión del arte renacentista como vanguardia artística europea que entonces era y al abandono del, en ese momento, ya caduco estilo hispano-flamenco. En el diseño original de los retablos de Santa Librada y de Don Fadrique de Portugal y en sus trabajos ornamentales, escultóricos e, incluso, también pictóricos, que datan de la tercera década del siglo XVI, intervinieron destacados maestros de la escuela toledana como Francisco de Baeza, Sebastián de Almonacid, Juan de Talavera y Peti Juan, además del gran Alonso de Covarrubias quien, por razones de edad, algunos de sus primeros trabajos, como ayudante e, incluso, aprendiz, los llevó a cabo años antes en la catedral seguntina.
    Afortunadamente, los tiempos han cambiado y “Ágora, restauración de arte”, la empresa adjudicataria de las obras de recuperación de los dos retablos y la puerta y la portada de la catedral a las que nos estamos refiriendo, ha dispuesto de unos recursos económicos y, especialmente, humanos y técnicos adecuados para que el resultado de su trabajo pueda merecer el calificativo de magnífico. Aunque el equipo de restauradores lo han conformado más de una decena de especialistas, con mayoría de presencia femenina, justo es que destaquemos los nombres de la directora técnica del proyecto, Olga Cantos, y, sobre todo, de la jefe de equipo, Bárbara Hasbach.
    Este ha sido, en resumen, el proceso de restauración completo que “Ágora” ha seguido y aplicado en su reciente labor en la catedral de Sigüenza:
    Trabajos previos: Montajes de andamios y colocación de lona decorada (con la propia imagen de los retablos, paliando así el impacto visual del andamiaje), toma de fotografías, aplicación de luz ultra violeta, termografía, infrarrojos, toma de muestras para análisis de biodeterioro, escaneado de elementos (para obtener sus imágenes por nube de puntos, volumen en 3 D, volumen y textura y volumen digital de malla de puntos y textura) y toma de datos y documentación gráfica.
    Trabajos de restauración: Eliminación de morteros antiguos en mal estado, extracción de las tablas de Juan Soreda, consolidación de la piedra, fijación de la policromía, retirada de cera adherida, limpieza con láser, limpieza química y mecánica, reintegración volumétrica y de color, y, finalmente, tratamiento de las pinturas sobre tabla (limpieza, sentado, estucado, reintegración del soporte de las tablas y de la policromía). Si el lector desea acercarse a la forma en que se ha llevado a cabo este proceso de restauración y conocerlo más y mejor, en esta dirección de internet puede acceder a un interesante vídeo divulgativo de estos trabajos: https: //m.youtube.com/watch?v=Dvm5dSLZwQM&sns=fb
     Reitero lo ya dicho y me congratulo por esta sobresaliente restauración de uno de los espacios más bellos y artísticos de la catedral seguntina, que se viene a sumar a las obras de rehabilitación y renovación previamente realizadas en otros, como la girola -que en 1987 fue preciso hasta cerrar temporalmente al paso del público por el peligro de hundimiento que se cernía sobre ella-, la cubierta, el subsuelo (saneándole de su endémica humedad), el claustro, la panda norte y, por supuesto, la capilla de San Juan y Santa Catalina, donde está la famosísima estatua yacente del Doncel. Incluso en algunas de estas actuaciones, realizadas en la primera década del siglo XXI, al llevarse a cabo excavaciones arqueológicas previas se descubrieron los restos de una incipiente torre y la necrópolis medieval que hoy es visitable. Una catedral, por definición, es siempre un proyecto inacabado y nunca obra de un solo tiempo, sino de la suma de muchos, de ahí que la de Sigüenza tenga un evidente origen románico, pero en ella también se puedan ver y admirar otros estilos artísticos como el cisterciense, el gótico, el renacentista, el plateresco, el barroco o el neoclásico. Me consta que el Cabildo ya está trabajando para obtener fondos que permitan nuevas actuaciones de restauración en la catedral, entre otras las que afectarán a la capilla de las Reliquias, las cubiertas de la panda este del claustro, las bóvedas y nueva iluminación interior. Probablemente, también estimará prioritaria una actuación rehabilitadora de la fachada principal, muy deteriorada por el evidente desgaste de la piedra arenisca de sus sillares y demás elementos, especialmente visible en las arquivoltas, jambas y dinteles de los tres arcos de acceso al templo desde el atrio. En los próximos meses se inaugurará también la nueva sala de tapices (con la colección de Rómulo y Remo restaurada) y la nueva sala de banderas históricas.  
    Sigüenza y, por tanto, Guadalajara toda, tienen, tenemos, una gran catedral que no solo ha merecido y merece el casi obligado elogio y las lógicas admiración y afección de quienes la han tenido y tenemos como propia por ser la sede de la cátedra de nuestro obispo y la cabeza y madre de nuestra diócesis, sino que muchos y grandes escritores, a lo largo de la historia, se han referido a ella con muy bellas palabras. Muy conocida es la cita de Ortega y Gasset en la que afirma que la catedral seguntina “toda oliveña y rosa al amanecer” es “un bajel que llega bogando hacia mí”. No tan conocido, pero igualmente hermoso, es este pensamiento que Emilia Pardo Bazán dedicó a la “fortis seguntina” cuando viajó a Sigüenza en 1891: “Es un templo alto, majestuoso, claro, sobrio, que perpetúa la austeridad de la época románica y del carácter celtibérico”. Terminamos con Unamuno quien, en 1916, viajó a Sigüenza con Don Quijote para escribir su conocida columna en “El Imparcial” y dejó dicho esto de la basílica: “(…) allí dentro se había estancado el rio de la historia. Todo era de piedra dentro de la catedral de Sigüenza, todo”. Piedra antigua. Piedra con alma y memoria. Piedra viva.