La esencia de nuestros pueblos

La provincia de Guadalajara alberga a lo largo del año numerosas fiestas con cientos de años de tradición que son seña de identidad de los lugares que las celebran al reflejar el sentir de la sociedad que las festeja. Una fotografía de la Caballada de Atienza de este último Domingo de Pentecostés o una de hace más de ochocientos años, si existiera, reflejarían una misma realidad. Una instantánea de las danzas rituales de hace cuatrocientos años en Valverde los Arroyos en la Octava del Corpus o una de este mismo año de los danzantes captarían el mismo baile “por ser uno de los escasísimos ejemplos de mantenimiento de las tradiciones ancestrales en estado puro”, dice el informe para declararlas BIC. El tiempo también parecía detenido si observásemos a la Virgen de la Mayor en procesión por el barrio de San Roque el siguiente domingo a la Asunción ahora o hace quinientos años, y así podríamos seguir enumerando festejos que se han manteniendo a lo largo de los siglos fieles a sus costumbres formando parte del patrimonio cultural o inmaterial de nuestra provincia, como, por ejemplo, algunas procesiones de la Semana Santa. Los pueblos han perdido gran parte de la actividad y de la población que tuvieron, generaciones enteras se han renovado, y sin embargo perduran manifestaciones como las descritas que merecen ser protegidas para garantizar su conservación. La declaración como Bien de Interés Cultural, del Gobierno regional, es una de estas fórmulas para ayudar al mantenimiento de la historia que se convierte a la vez en un instrumento más para luchar contra la despoblación, uno de nuestros grandes retos. Estas fiestas atraen, aunque sea por un día, a miles de personas, que conocen los sitios y sus alrededores y se convierten en potenciales turistas para repetir visita en otros momentos del calendario. Debemos ser capaces de rentabilizar esta riqueza y sumarla a los tesoros monumentales y bellezas naturales que proliferan a lo largo y ancho de nuestra provincia. También este sábado se celebró Su Peso en Miel, con treinta y un años de historia, que igualmente se convierte en la forma en que la localidad de Peñalver es conocida a nivel nacional al ser los personajes que se suben a la báscula figuras de renombre, como lo son la familia Cela.