La expiación de Mel Gibson

27/02/2017 - 18:27 J.PASTRANA

Desmond Doss no quería empuñar un arma y mucho menos matar a nadie. Y a pesar de ello se alistó como voluntario en la II Guerra Mundial. Quería estar en primera línea, sí, pero como médico, salvando vidas. Su historia bien merecía una película y ahora Hollywood le ha regalado una hagiografía. 

 

HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE

Dirección:  Mel Gibson.

Guión:  Robert Schenkkan, Andrew Knight

Reparto: Andrew Garfield, Sam Worthington, Hugo Weaving, Vince Vaughn, Teresa Palmer,

Hacksaw Ridge EE UU (2016).

 

Nadie más que Mel Gibson tiene la culpa de que su carrera, a día de hoy, no sea la de un grande del cine. Su estreno tras las cámaras, El hombre sin rostro, no fue espectacular, pero con Braveheart triunfó a lo grande. A partir de ahí se lío la manta a la cabeza y decidió que el cine puede hablar sólo con imágenes, así que llegaron La pasión de Cristo y Apocalypto. Dicen que lo siguiente podía haber sido una de vikingos, pero a Mel se le fue la olla. Corría el año 2006 cuando decidió romper un matrimonio  de casi 30 años con la madre de sus siete hijos y casarse con una mujer 14 años más joven que él. La cosa no acabó bien. De hecho, terminó en los tribunales con un juicio por malos tratos y con Mad Max borracho y lanzando improperios antisemitas a un policía. Casi nada.

Toda esta crónica en rosa sirve para explicar que si Mel Gibson  ha tardado diez años en volver a dirigir no ha sido por falta de talento. Sobreviviendo como actor en productos cercanos a la serie B, su nombre sólo generaba mala prensa y desconfianza. Sin embargo, alguien pensó que era la persona ideal para retratar la historia de Doss.

Gibson es único a la hora de unir convicciones y violencia. A fin de cuentas, sus tres obras magnas retratan a personas dispuestas a sufrir por aquello en lo que creen: libertad, fe y familia respectivamente. Y no es que sea  el primer director que utiliza la violencia como forma de guiar a sus personajes hacia la catarsis. Scorsese también lo hizo con De Niro en Toro Salvaje y Taxi Driver, por ejemplo. En el caso de Hasta el último hombre, es en el terror de la guerra donde las convicciones de Doss serán realmente puestas a prueba. Ese es el punto al que Mel Gibson quiere llegar y se nota. Los 40 minutos previos le sobran, sobre todo la parte romántica. Y si le sobran a él, también le sobran al espectador, aunque después todo se vuelva sangriento y épico.

Nominada al Oscar a la mejor película, no lo ganará simplemente porque no lo merece. Lo que sí consigue Hasta el último hombre es demostrar que su director tiene un pulso único para hacer películas de acción con alma.

 

PARA GUARDAR

La guerra. Aunque Gibson trata de retratar su crudeza, lo cierto es que el tramo final resulta totalmente épico.

 

PARA OLVIDAR

Todo lo que ocurre hasta que Doss se alista. En la parte romántica casi se podría decir que Garfield parece un desequilibrado peligroso.