La hipocresía
09/10/2014 - 23:00
La hipocresía, el doble sentido, del color con que se mira. Tirar la piedra y esconder la mano No sentir lo que se siente y no decir lo que se siente. La falsía, la falacia en suma, hace de la sociedad un caldo de cultivo para los vividores. Este mundo de trapaceros, de embusteros. Esta sociedad consumista y hedonista no hará, pese a quién pese, que me apee de este mundo de doble sentido. Y seguiré denunciando, a pesar de que alguien me dijo: ¿Y tú crees que te atiende alguien y consigues algo? No lo sé, pero si convenzo a uno, ya somos dos sinvergüenzas menos en el mundo. Todo esto me lo ha hecho escribir unos artículos que he leído referentes a situaciones confusas en decisiones, unas interpretaciones en el derecho a decidir. Derecho a decidir, sí, ¿pero aprobar la elección de nacer o el no nacer de un ser humano? La frivolidad del Reino Unido acaba de renunciar a presentar cargos contra dos médicos que acordaron practicar abortos en función del sexo del feto, lo que es legal. Estos actos fueron filmados por unos periodistas del Telegraph, ya que estos abortos se practican cada vez más por razones culturales y sociales.
Esto puso ante la opinión pública que si en China y en la India es bastante frecuente el aborto selectivo en función del sexo, se está extendiendo en la sociedad británica el aborto en estas mismas situaciones. La pregunta es. ¿qué diferencia hay entre eliminar un feto, o eliminarle si es una niña?. Los liberadores del aborto han guardado demasiado silencio sobre el fenómeno de los abortos selectivos. En esta sociedad los hijos se van viendo como cosas o accesorios y si se admiten en el Reino Unido estas prácticas, la gente viajará aquí para requerir estos servicios. Sin bajarme de este mundo en movimiento hacia el caos, leo que un matrimonio australiano, que recurrió a una mujer de alquiler en Tailandia, volvió a casa con un hijo sano, dejando allí a otro por padecer un síndrome de Down. Esto ha hacho pensar quién admite unas cosas y reprueba otras, porque a buen seguro la misma sociedad que se lleva las manos a la cabeza por estas prácticas indignas, admite un diagnóstico prenatal que decida la destrucción de un feto portador de cualquier deficiencia. Pongamos los puntos sobre las íes: ¿Cómo vivimos? ¿Cómo somos?¡Podemos cambiar? Intentémoslo.