La incomodidad de las víctimas

02/11/2011 - 00:00 Javier Montilla

 
  
     A estas alturas del engendro originado con el enésimo papelito de la ETA no me cabe la menor duda que semejante oprobio erótico-festivo ha sido diseñado como espectáculo de masas para servir de acicate electoral a las sumisas bases socialistas desconcertadas con la ruina, las gansadas y los disparates del zombi Zapatero. Por tanto, poco puede extrañar el esperpento de la mayoría de los medios de comunicación entregados a la causa del guión firmado a dúo entre la ETA y el gobierno, con el visto bueno de la oposición y de la Casa Real. Un guión con unos planos demasiado estáticos y predecibles que no invitan precisamente a la originalidad. Como prueba, el repulsivo espectáculo ofrecido por las lloriqueantes hordas socialistas ante el anuncio de la ETA.

  Lágrimas hipócritas destinadas a manipular las emociones de un pueblo al que primero desprecian y al que luego quieren tomar por idiota. Con éxito, por cierto. Desde Rubalcaba a Patxi López pasando por Odón Elorza y acabando con los mariachis mediáticos de Gran Via 32, cuyas dotes adivinatorias merecerían una mención especial y digna de elogio. No en vano, arrastraron a sus estrellas al teatro de la farándula donostiarra una hora después del comunicado para hacer sus programas. Pero esto es sólo casualidad. Hablar de una filtración monclovita es si cabe exagerado, pese a conocer el negro historial faisanesco del Ministro del Interior de hecho y del Ministro en la sombra de derecho, Rubalcaba. Eso sí, hay que reconocerles su enorme talento. Porque la supremacía socialista es la gran maestra del agit-prop . Su capacidad de destruir es infinita pero para la propaganda son inigualables.

  Y así envueltos en una especie de histeria colectiva, como la conjura de los necios, todos han querido jugar a la titiritería de los desatinos. Duran Lleida ha denigrado a las víctimas diciendo que no es hora de buscar venganza. Acaso a estas alturas, el señorito del Palace, que parece desconocer la diferencia entre venganza y justicia, ya se habrá arrepentido como buen democristiano y estará camino de Can Sistach , el arzobispísimo del oasis catalán, para pedir la absolución de sus pecados. Íñigo Urkullu, no ha querido ser menos que su homónimo de credo y ha pedido la derogación de la Ley de Partidos. Patxi López, de vuelta ya de Estados Unidos con su séquito de treinta y cinco asesores, quiere instaurar una oficina para reinsertar a etarras huidos de la Justicia.

  Y mientras Jáuregui y Rubalcaba lloran que lloran por los rincones, Otegui califica de ciertamente inmadura la petición de la disolución de ETA. Tal vez por ello, so pena de macerar más el proceso, sea necesario, como dice el ministro Caamaño, no descartar la concesión de indultos a los presos etarras. Y para remate, la entrega de premios y la puesta en escena de la prima donna, Sonsoles Espinosa, cuya aparición en la antesala del Consejo de Ministros, como una nefasta Adina del Elisir d’Amore, ramo de flores mediante, es cuando menos todo menos anecdótico. Y en medio de semejante astracanada circense, el silencio del PP es vomitivo. No sólo porque Rajoy dice que todo se ha conseguido sin concesiones, lo cual indica no sólo una desfachatez que desconcierta, sino una traición en mayúsculas a las víctimas.

  Pero claro, ya sabemos de la afición de Mariano Rajoy a no meterse en política y a contentar a las bases indecisas del PSOE. Es ese miedo patológico a no molestar a los mismos que les cercaron las sedes en la jornada de reflexión de 2004. No hay duda. La falsedad de nuestros políticos, del PP y del PSOE, es vomitiva y su fingimiento deleznable. ¿Les importaban las víctimas? No, les importaban los votos. Y como consecuencia, las víctimas no existen para casi nadie. Esta casta política quiere que se vuelvan invisibles porque dificultan el asqueroso apaño que casi todos han montado con la ETA. Por acción u omisión. Y por eso huyen de la concentración que han convocado las víctimas del terrorismo. Los mismos que han llorado a lágrima viva o los que ponían a las víctimas como referente moral. ¿Sería esta la razón por la que había que acabar con María San Gil? (sic) Por suerte, la Historia termina siempre por poner a cada uno en su lugar.

  Y este PP del que acabó harta Regina Otaola, la ex alcaldesa de Lizarza, sigue apoyando al PSE en el País Vasco. Este PP que reniega de las víctimas del terrorismo se niega a cumplir su obligación de opositar y deja a este Gobierno del Faisán que claudique ante una banda de asesinos. ¿De qué servía, pues, el asedio a Rubalcaba por parte de Gil Lázaro si no había concesiones políticas? Y es que en definitiva este PP, del que no olvidemos se borró Ortega Lara, se ha convertido en un esperpento que discurre por la oscuridad de la nada. Y me temo Don Mariano que cuando se está en la nada primero se prostituyen las ideas y después se vende el alma. Sólo Goethe lo hubiera descrito mejor.