'La lluvia ácida': un peligro para la humanidad
03/10/2011 - 00:00
Se necesita toda una revolución. Tiene que haber un cambio total en profundidad y de todos. Nada de calmantes ni parches. Hacen muy poco. El mal es muy profundo. Necesitamos centrarnos, darnos cuenta de la situación y tomar conciencia. La tristeza maligna se está imponiendo a la esperanza. Hemos perdido la alegría. La ansiedad, el estrés, el insomnio, el miedo, la demencia, la crisis económica, la pérdida del empleo, la prisa, el ruido, la contaminación, las mentiras, la angustia de no encontrar trabajo, el bombardeo y la manipulación, la crispación, la violencia, aumentan exponencialmente y terminan con nuestro equilibrio, nuestra paz personal y familiar. Hay más rupturas matrimoniales que nunca. Se pierde la autoestima, se genera desconfianza y puede llegar la desesperación. Nos estamos destruyendo y destruyendo nuestro entorno. La pérdida de los auténticos valores, ha acarreado la depresión económica y social. Todo ello - falta de valores, crisis económica y recortes sociales-, nos está llevando a la gran depresión.
A los políticos no les salen las cuentas. Hay que ahorrar, dicen. ¿A quién rinden ellos cuentas? Como si a nadie importara su desastrosa gestión del dinero, la financiación ilegal, el robo del erario, las escandalosas o interesadas subvenciones, la colocación a dedo a miles de amigos. Han permitido cerrar empresas que generaban trabajo, ahorro y paz familiar y social. Penalizan el ahorro del que ahorra y se crean impuestos para ricos. Se desahucia a los pobres y se financia a los bancos. Demagogia y electoralismo. Viento y nubes para atajar el paro.
Y en la calle, huelgas ideológicas y movilizaciones. Concentraciones de liberados e indignados dirigidos. Gritos y pitos. ¿Dónde y contra quien? En España la izquierda del talante que ahora se presenta como izquierda del faisán no está por la alternancia democrática. Esto tiene una pinta fatal y huele a algarada diaria para evitar a la desesperada, por segunda vez, que Rajoy llegue a la Moncloa (José A Vera).
Deprimentes, creadores de depresión. La depresión-dice E. Punset-, tiene dos efectos muy preocupantes en nuestras vidas, como individuos y como sociedad: por una parte, limita o anula la capacidad de ser felices, y por otra, las enfermedades mentales y la depresión son responsables del 15% de las enfermedades en los países desarrollados. La depresión es la mayor causa de incapacidad del mundo
Su efecto sobre la población activa es muy grave
Nos invade la tristeza maligna que germina en lo más recóndito de nosotros mismos.
Hay que recuperar la esperanza y la fe. Las sociedades que prescinden de Dios, ha dicho el Papa en Alemania, acaban abrazando ideologías y sistemas como el nazismo y el comunismo. Esa lluvia ácida, corroe al hombre y esteriliza moralmente a la sociedad. Por lógica, crecen en todos los países los enfermos, las consultas médicas y el consumo de fármacos relacionados con la tristeza y la depresión, tan difícil de erradicar.
El consumo que los españoles hicieron en antidepresivos y antipsicóticos experimentó un fuerte crecimiento, hasta alcanzar los cerca de mil millones de euros (475 millones en antidepresivos y 468 en antipsicóticos), según datos de la consultora IMS. A pesar de ello, como dice una paciente y periodista, Paloma Pedrero: mucho gasto, mucho medicamento, mucha prueba, mucha prisa
y poca humanidad. Falta lo esencial. Por eso crecen también, los estudiosos, la psicología es al siglo XXI lo que la penicilina fue al siglo XX. Educar es cambiar visiones y transformar vidas, según el lema de la Universidad de Galileo. La educación nos puede llevar a una mejor comprensión de la realidad. No estamos aquí para ganar o para tener, sino para ser y crecer como personas. Producir, usar y tirar, lleva a la locura.
Necesitamos recuperar los valores humanos sin miedo y sin complejos. Lo más grande que tenemos los humanos, es el espíritu, la conciencia. Raymond A. Moody, doctor en medicina y psicología, escribía en 1992: según cuentan las personas que han regresado de la muerte, en los momentos aparentemente finales de su vida terrenal descubrieron que lo más importante que podemos hacer mientras estamos aquí es aprender a amar. Ahora parece que es el único modo de cambiar completamente el mundo; es muy posible que descubramos que desarrollar técnicas para alterar la conciencia es la mejor manera de lograr ese fin. La revolución interior nos permite reencontrarnos. De eso se trata. Curarnos y saber a dónde vamos. Esa es la palanca para cambiar la sociedad y el mundo. Disfrutaremos más y mejor.