La oposición

07/07/2018 - 17:47 Jesús de Andrés

No se puede dar por bueno hoy, cuando se es gobierno, lo que se criticó cuando se era oposición ni, al contrario, se puede criticar lo que antaño no se quiso ver.

Sin oposición política no hay democracia. El ejercicio de la oposición canaliza la crítica, alienta en debate, controla al poder. Es un elemento fundamental en todo sistema democrático; sin ella, la democracia estaría coja. Pero al igual que todo gobierno requiere que su labor sea hecha en conciencia, buscando el bien común, la oposición debe ser realizada de forma leal, constructiva: buscando el consenso o mostrando el disenso, pero ejerciendo su función de manera racional. La búsqueda del gobierno –da igual que sea municipal, autonómico o central– es parte de su labor, canalizando las demandas y el descontento ciudadano, haciendo propuestas alternativas, pero sin que ese objetivo nuble a quien ejerce la oposición hasta el punto de justificar cualquier tipo de medio para conseguirlo.

Por ello no se puede dar por bueno hoy, cuando se es gobierno, lo que se criticó cuando se era oposición ni, al contrario, se puede criticar lo que antaño no se quiso ver. No puede ser que si los míos suben los impuestos está justificado por la crisis o por la necesidad de mantener las pensiones pero si lo hacen los otros están arruinando el crecimiento o traicionando a sus principios. No puede ser que si los míos nombran a un presidente de RTVE con carnet del partido no pasa nada pero si los otros eligen a alguien afín es manipulación, ni criticar la dependencia política del ente público cuando se es oposición y pretender buscar un buen comisario cuando se es gobierno. Y tanto monta.

Los ciudadanos, por lo general, y por fortuna cada vez más, estamos informados. Siempre hay hooligans, partidarios que basan su apoyo en la identidad y el interés. Militantes de camiseta. Gentes que apelan a los principios sin saber qué significa eso; gentes incapaces de ver la viga en el ojo, haters que destilan su odio en las redes sociales, las comidas familiares y las barras de los bares. Las ideologías nublan la percepción de las cosas, son gafas que hacen ver de un color o de otro, pero que alteran la realidad. Frente a ellas, exigimos a quienes hoy son oposición y ayer fueron gobierno, a quienes hoy son gobierno y ayer fueron oposición, a quienes fueron y siguen siendo oposición, que no nos tomen por tontos, que nos traten como merecemos, como ciudadanos que no se dejan engañar por tanta mentira instrumental.

PD. Dejó escrito Umbral, en Mortal y rosa, que el recuerdo de la risa de un hijo es el triunfo sobre la muerte, por pronto que esta llegue. La vida es cruel, bien lo saben Juan Pablo y Carmen. Confío en que el recuerdo de la vida y de la risa de Carlos os dé en el futuro lo que ahora la vida os quita. Desde esta modesta columna, un abrazo sentido y sincero a la familia Sánchez Alegre.