La posverdad

27/05/2017 - 18:18 Jesús Fernández

El pueblo no elige a sus dirigentes y gobernantes desde la verdad moral de la vida.

En medio de una democracia donde se dicen tantas mentiras, se abre camino la postverdad, o la verdadera verdad. Es que hay verdades que no  son tales. Y aquí tenemos al ciudadano distinguiendo la verdad verdadera de la verdad no verdadera. Así hemos comenzado la era de la postverdad. Verdad y democracia podía haber sido el titulo de este comentario. El hombre es capaz de crear una verdad aparente. ¿Cómo se comporta la democracia con la verdad? ¿Existe compatibilidad o coexistencia entre ambas? O todo es mentira en ella, siendo la verdad una tentación en democracia.
    Nos vemos así obligados a distinguir la verdad democrática de otras verdades más profundas e independientes. Sin verdad no hay democracia ni construcción de las organizaciones humanas. Ella tiene que ser la coincidencia de muchas situaciones y conceptos como son igualdad, justicia, derechos humanos pero también la verdad. La verdad afecta, en primer lugar, a los hechos, a su realidad. Después afecta a las condiciones humanas. Finalmente, la verdad es un postulado normativo de la constitución de la sociedad. Por el contrario, se está infiltrando un relativismo sofocante en todo lo relativo al discurso político.
    Estamos muy acostumbrados a que, en democracia, se forme y se difunda la verdad política. Se dice o se apostilla, “políticamente correcto”. ¿Cuándo la política es un criterio de verdad?  Hay varios elementos que concurren en esta confusión entre verdad y política, como son, los partidos, los medios de comunicación, las organizaciones, los intereses, los sectores o agentes de la socialización. No es lo mismo política que democracia. No existe una forma política de la verdad. O, más extremadamente dicho, la única verdad en política es la falsedad. Para muchos, no hay virginidad de la razón en política.  
    El pueblo no  elije a sus dirigentes y gobernantes desde la verdad moral de la vida sino desde la representación en su doble sentido de apariencia y de delegación. Estamos en un régimen de herencia. Continuamos las mentiras y las formas falsas de hacer política. Somos transmisores de procesos falsos y falsificados en las formas y en  los contenidos. No hay formas nuevas. El espíritu de Occidente no ha dejado de llorar y nadie le escucha. Se oye decir, todo es política y, sin embargo, hay que decir, nada es política sino verdad. Para muchos no  existen más que verdades plutócratas, tecnócratas y mafiócratas, cuando la única verdad es el hombre que no tiene verdades sino que es la verdad. ¿Qué vendrá después de la verdad?¿Vamos a dejar que se manipule la verdad?