La seguridad en Bagdad no conduce a la reconciliación política
01/10/2010 - 09:45
Por: COLPISA
Bagdad ha recuperado cierta estabilidad gracias a un ambicioso plan de seguridad estadounidense-iraquí aplicado desde hace un año, pero la reconciliación política de la que debía ir acompañada aún no se ha logrado.
"La reconciliación se hace esperar", declara el diputado kurdo Mahmud Othman. "Esta reconciliación tendría que haberse concretado poco después de la caída del régimen de Saddam Hussein (en 2003). Pero las venganzas, la incomprensión y la obstinación dominaron todo", agregó.
Aunque Bagdad se encuentra sacudida por menos explosiones que antes y en las calles ya no se escucha el estruendo de los combates entre los insurgentes y las fuerzas de seguridad, la capital no está a salvo de los atentados. Esta calma relativa viene acompañada por la disminución de la violencia en el país, donde el número de iraquíes muertos -civiles y militares- fue en enero de 541, en comparación con 2.087 en enero de 2007.
El gobierno adjudica esta mejora a la operación Fardh al Qanun (Imponer la ley) que sus servicios de seguridad lanzaron en Bagdad el 14 de febrero de 2007, movilizando a miles de policías y militares, apoyados por el ejército estadounidense.Este esfuerzo iraquí, que permitió restablecer la calma en barrios que habían sido abandonados por sus habitantes y en otros donde los vecinos no se atrevían a salir de sus hogares, coincidió con la decisión norteamericana de enviar refuerzos a Irak.
A partir de esa fecha, bajo las órdenes del general David Petraeus, el contingente estadounidense recibió 30.000 soldados más, llegando a mediados del año pasado a 160.000 hombres y mujeres uniformados desplegados en Irak.
Desconfianza política
Pero esta mejora de la seguridad, lejos de favorecer la serenidad política, desembocó en un aumento de la tensión entre las diversas comunidades. Los suníes, favorecidos durante la era de Saddam Hussein, se sienten excluidos del poder, dominado actualmente por los chiíes y los kurdos. "Ellos exhortan a la reconciliación política, pero esto no se logrará a menos que se establezca la confianza entre los partidos políticos y los grupos religiosos", dice Adnan al Dulaimi, jefe del Frente Iraquí de la Concordia Nacional (suní). "Nosotros no podemos salir de la crisis sin una asociación política", añadió.
El gobierno del primer ministro Nuri al Maliki fue reducido a 17 ministros, y no logra encontrar candidatos para las carteras abandonadas por seis chiíes radicales, cinco "laicos" y cinco suníes. "Las organizaciones políticas en el gobierno y el parlamento sufren una crisis de confianza", explica Mariam al Rayess, una ex asesora chií de Maliki.
Aunque Bagdad se encuentra sacudida por menos explosiones que antes y en las calles ya no se escucha el estruendo de los combates entre los insurgentes y las fuerzas de seguridad, la capital no está a salvo de los atentados. Esta calma relativa viene acompañada por la disminución de la violencia en el país, donde el número de iraquíes muertos -civiles y militares- fue en enero de 541, en comparación con 2.087 en enero de 2007.
El gobierno adjudica esta mejora a la operación Fardh al Qanun (Imponer la ley) que sus servicios de seguridad lanzaron en Bagdad el 14 de febrero de 2007, movilizando a miles de policías y militares, apoyados por el ejército estadounidense.Este esfuerzo iraquí, que permitió restablecer la calma en barrios que habían sido abandonados por sus habitantes y en otros donde los vecinos no se atrevían a salir de sus hogares, coincidió con la decisión norteamericana de enviar refuerzos a Irak.
A partir de esa fecha, bajo las órdenes del general David Petraeus, el contingente estadounidense recibió 30.000 soldados más, llegando a mediados del año pasado a 160.000 hombres y mujeres uniformados desplegados en Irak.
Desconfianza política
Pero esta mejora de la seguridad, lejos de favorecer la serenidad política, desembocó en un aumento de la tensión entre las diversas comunidades. Los suníes, favorecidos durante la era de Saddam Hussein, se sienten excluidos del poder, dominado actualmente por los chiíes y los kurdos. "Ellos exhortan a la reconciliación política, pero esto no se logrará a menos que se establezca la confianza entre los partidos políticos y los grupos religiosos", dice Adnan al Dulaimi, jefe del Frente Iraquí de la Concordia Nacional (suní). "Nosotros no podemos salir de la crisis sin una asociación política", añadió.
El gobierno del primer ministro Nuri al Maliki fue reducido a 17 ministros, y no logra encontrar candidatos para las carteras abandonadas por seis chiíes radicales, cinco "laicos" y cinco suníes. "Las organizaciones políticas en el gobierno y el parlamento sufren una crisis de confianza", explica Mariam al Rayess, una ex asesora chií de Maliki.