Las reglas del juego

25/08/2017 - 21:18 Emilio Fernández Galiano

La estructura de la Nación es la que es, sin que eso suponga minimizar otras estructuras autonómicas.

Hace días compartí unas de las mejores patatas bravas que se pueden disfrutar en la provincia de Guadalajara. Me refiero a las del mesón Sabory, en Hiendelaencina. Y lo hice, entre otros, con un buen amigo, en la actualidad responsable de uno de los medios de comunicación más importantes a nivel nacional. No estatal, sino nacional. Porque se quejaba con razón de la eliminación perversa que, paradójicamente,  los nacionalistas catalanes hacen del adjetivo nacional cuando se refiere al conjunto de España, sustituyéndolo por el de “estatal”. El asunto es que la intención cuaja y nos encontramos, por poner un ejemplo, que el clásico Instituto Nacional de Metereología es ahora la Agencia Estatal de Meteorología.
    La perversión es completa cuando en Cataluña los medios de comunicación ayudados sin disimulo por una Generalidad endeudada hasta el corvejón, no hacen más que utilizar el término nación para todo lo que se refiera a su comunidad.
    A mí lo que me molesta es que algunos pretendan cambiar las reglas del juego a mitad de la partida, por usar un símil ilustrativo. En el ámbito del Derecho hablamos de seguridad jurídica. La ley no sólo regula sino que ampara los derechos del legislado. Frente a un ordenamiento jurídico firme el ciudadano sabe a qué atenerse, por un lado, y se siente protegido, por otro.  Esto no quiere decir que dicho ordenamiento sea pétreo como un dolmen, el derecho evoluciona como la sociedad pero a su vez él mismo regula cómo adaptarse a los cambios. Cuando no se respetan esas máximas se está transgrediendo no sólo la norma, sino la convivencia.
    Los tristes sucesos ocurridos esta semana en Barcelona y Tarragona, además de alertarnos sobre una realidad terrorista que nos amenaza, han puesto de manifiesto algunas contradicciones preocupantes. Acontecimientos de este tipo, como cuando nos suceden otros a nivel personal, nos ayudan a relativizar y reposicionar correctamente las piezas en el tablero. Barcelona ha recibido el respaldo internacional como una ciudad española golpeada por el terrorismo yihadista. Por más que el consejero de Interior de su comunidad diferenciara entre víctimas catalanas y españolas, en una impropia actitud de un político que en esos momentos ha de estar a la altura, se ha contrastado la realidad social y política de Barcelona en Cataluña, España y Europa.
    La responsabilidad de los Mossos en la resolución del atentado no se puede concebir sin la colaboración recibida por el resto de fuerzas de seguridad y en particular la de la policía nacional. Ellos lo saben y por eso ellos no juegan a ser políticos de medio pelo. Un importante militar de alta graduación ya en la reserva me confesaba privadamente que no entendía cómo en un nivel 4 de alerta terrorista en ese fatídico día en el paseo de Las Ramblas no hubiera presencia policial. A no ser, apostillaba, que por el número limitado de Mossos en ese cuerpo, sin querer apoyarse en otros.
    La estructura de la Nación es la que es, sin que eso suponga minimizar otras estructuras autonómicas. El prescindir de esa estructura en su totalidad por motivos políticos es de una miopía insultante. Ante todo está la seguridad de los ciudadanos. Aunque algunos se empeñen en intentar cambiar las reglas del juego.