Las tres estrellas del hotel Amura de Azuqueca, ‘reducidas’ a chatarra

27/09/2016 - 18:02 D.Pizarro

El deterioro del edificio, inaugurado en 2007, avanza cada día a causa de los saqueos.

El Hotel Amura de Azuqueca abrió sus puertas en noviembre de 2007. Integrado en la Cadena Amura Hoteles, llegaba al polígono industrial Aida II con un concepto desconocido hasta entonces en este municipio, pues iba dirigido principalmente a empresarios y ejecutivos. Sin duda, la ubicación justo enfrente de la A-2 se llevaba el protagonismo de un hotel con tres estrellas y nada menos que 97 habitaciones. 
    Sin embargo, el sueño no ha llegado a una década. Además, el cierre ha sido de forma casi silenciosa, hasta que los amigos de lo ajeno descubrieron este emplazamiento y comenzaron a desvalijar el imponente edificio para dejarlo casi en el esqueleto. Es entonces cuando los vecinos de Azuqueca y los que diariamente circulan por la A-2 han sido testigos de cómo iban desapareciendo ventanas, puertas, hierros... 
    Flores es vecino de Alcalá de Henares y no es la primera vez que se acerca a este hotel para llevarse cualquier cosa “que valga para chatarra”. Se encuentra subido a una caja para desarmar las vigas de hierro que hacían de soporte del techo para coches en lo que hace no mucho había sido la zona de aparcamiento. “Estoy aquí con algunos compañeros”. Señala mientras mira al tejado del hotel. De allí salen dos hombres, mucho más jóvenes que Flores, que saludan sin esconderse. Parece que no temen que venga nadie a impedir que sigan desvalijando el edificio. “En otras ocasiones ha llegado la Guardia Civil y nos ha confiscado las herramientas”, explica Flores. Cuenta que lleva tres o cuatro años “chatarreando”, y que descubrieron el Amura por casualidad. “Nos movemos por esta zona y vimos desde la carretera que ya habían empezado a llevarse cosas”. De hecho, asegura que lo de más valor ya no está. “Aluminio no queda, aunque sí puertas macizas, pero sin pomos, que también han retirado”. Explica que de las puertas sólo podrían sacar si se las compraran para reutilizarlas, algo que no ve viable, “porque te suelen preguntar de dónde procede el material”. Por ello buscan cosas que puedan vender como chatarra. Eso sí, afirma que apenas sacan 15 o 20 euros cada uno al día. 
    

Llama la atención que la recepción del hotel se encuentre sin paredes, pero más aún que una ingente cantidad de documentos del propio establecimiento estén desperdigadas por el aparcamiento e incluso por la calle que da acceso a la entrada del hotel. Son facturas con nombres y apellidos y números de cuentas bancarias, reservas de habitaciones, relaciones de compras del hotel, archivadores completos llenos de carpetas...  
    Un camionero polaco, que frecuenta la zona durante sus rutas por España, se sorprende de que los saqueos se produzcan a plena luz del día. “¿Qué están haciendo?”, pregunta. “La última vez que pasé por aquí fue en diciembre y el hotel parecía funcionar con normalidad”. Parece que fue precisamente entonces, diciembre de 2015, cuando cesó definitivamente la actividad del Amura. Desde la cadena de hoteles niegan cualquier vinculación con el de Azuqueca, y rechazan dar cualquier información sobre la fecha de clausura o los motivos. 
  

 Antes de que Flores y sus compañeros terminen su particular jornada de saqueo, llega una pareja de la Guardia Civil. Alguien les ha dado el aviso, algo que, según nos cuenta uno de ellos, es habitual. “Venimos a menudo. ¡A ver si conseguís que echen el edificio abajo!”, dice uno de los agentes. Porque esta situación de abandono les está dando más trabajo de lo esperado. De hecho, una de las empleadas de la gasolinera que está a escasos metros del hotel afirma que las rondas son continuas. “Los guardias civiles se pasan muy a menudo para controlar, pero poco a poco va desapareciendo todo”. Según cuenta, en diciembre llegaron los propietarios o responsables del hotel con un camión “para llevarse lo que creyeron conveniente”. Entre eso no estaba, evidentemente, la documentación que riega el suelo, y que debería haber sido destruida conforme a la Ley de Protección de Datos.  
    En apenas dos semanas, el deterioro del hotel es más que notable, pues la fachada, en otro tiempo gris plateado por las planchas de aluminio, está prácticamente cubierta del amarillo procedente de las espumas aislantes. 
    Coronan el abandono de este edificio de 12 millones de euros los cristales rotos, los grafitis y el sofá que hay en uno de los laterales. “No hay nadie viviendo aquí, al menos ahora”, afirma Flores aún desde el aparcamiento del que fuera un hotel de estilo vanguardista. Unos instantes después, la Guardia Civil le retira de nuevo sus herramientas.