Los catalanes

29/03/2018 - 12:18 Antonio Yagüe

Dicen ilustres politólogos que la plurinacionalidad implica que se puede ser español de muchas maneras.

Resulta cansino oír con gran imprecisión hablar a diario de ‘los catalanes’, una especie de ente con el que demonizamos alegremente a siete millones de españoles en bares, artículos, tertulias, redes sociales, discursos panfletarios y debates parlamentarios. Tan cansino como el silencio que cientos de miles de catalanes no secesionistas han guardado durante décadas en un Estado con libertad de expresión, donde cabe preguntarse por qué no se quejaron públicamente para no ser empaquetados en ese ‘los catalanes’.
    Dicen ilustres politólogos que la plurinacionalidad implica que se puede ser español de muchas maneras. Pero vasco y catalán, debido a la “presión identitaria” de cuna y lengua, de una sola: nacionalista. En esta especie de guerra civil particular del nacionalismo catalán, ¿quién reparte los carnets de catalanes buenos y catalanes malos? Conviene recordar que Cataluña es España, que la actual crisis no se resuelve por la fuerza y que estigmatizar a Cataluña entera es caer en la metonimia tramposa de los secesionistas, que llevan décadas tomando el todo por la parte. Cataluña no es el secesionismo catalán. Y los catalanes no son siete millones de secesionistas catalanes.
    Hemos caído en el cepo pujolista de ‘nosaltres, els catalans’ o el ‘pople català’ del iluminado Mas para tapar el 3%. Una paisana molinesa, devota de Cospedal, contaba estos días sobre los hijos que esperaba en Semana Santa: “Los catalanes vendrán, los de Toledo parece que igual no”. Ha picado. Considera extranjeros a sus vástagos, nacidos en Molina, ahora en Barcelona.
    El tío Guillermo, alcalde de mi pueblo, cuando ocasionalmente hacía de tabernero y oía referirse a alguna habilidad o fechoría de los de un pueblo vecino, siempre matizaba: “Querrás decir unos de ese pueblo, no todos. Dime los nombres que seguro que los conozco”. “Los políticos, los periodistas y hasta los curas son muy dados a usar el tropo literario de la metonimia para llamar la atención simplificando y generalizando: los ciudadanos, los políticos,  los feligreses, los pobres... Pero ojo, tiene sus riesgos de falta de rigor y propiedad”, advertía un antiguo profesor en sus animadas clases de literatura.
O los no independentistas se plantan y dan la cara, y nosotros anteponemos siempre el “unos”, o acabaremos diciendo: “¡Niño, cómetelo todo que vienen los catalanes y los Mozos de la Escuadra!” Al tiempo.