Los hermanos 'Infoncundibles' maridan en Sigüenza la música y los malabares

22/01/2017 - 18:23 Redacción

En  el espectáculo infantil del Segontia Folk y en un auditorio de El Pósito que se llenó para la ocasión.

Intensa víspera de San Vicente la que se  vivió ayer en la ciudad de Sigüenza, con propuestas matutinas, que tuvieron luego continuidad con la Hoguera de San Vicente, en el corazón de la ciudad. A partir de las seis de la tarde, en el Auditorio de El Pósito, con lleno de público, tenía lugar la actuación de los hermanos 'Infoncundibles'. Daniel y José Alberto Foncubierta, presentaron en Sigüenza la representación: '¿Qué raro verdad?'

Ellos mismos lo definían ayer como un espectáculo "de técnicas circenses”, aprovechando “lo amplio que es el circo” en el que hacen música en directo según comentaba ayer Daniel. Un cierto toque flamenco en el espectáculo deja claro su origen andaluz, sevillano para más señas, porque "las raíces no se pueden negar".  Además, en '¿Qué raro, verdad?' hay sido para la parodia. "Hacemos como si entendiéramos de arte contemporáneo, para generar situaciones divertidas, y nos servimos de la música clásica, tocando algunas composiciones muy conocidas, de Beethoven, Bach o Mozart, pero de otra manera”, por ejemplo, uno sobre otro en un monociclo…

Según explicaban ayer, "el circo llegó a nosotros por casualidad, cuando  vimos a un amigo jugando con el diábolo, y nos dio por probar. Luego vinieron las pelotas y los malabares, el monociclo…". Sus referentes son lo que ellos llaman la nueva generación de circo, que le han dado una nueva dimensión. "Ya no hablamos de familias de circo sino de escuelas de circo, como las que hay en Madrid, en Barcelona, en Granada o en Francia y Bélgica, que son dos potencias en este sentido. El más conocido es el  Circo del Sol. Ellos y estas escuelas son el espejo en el que nos miramos, y no tanto en la antigua carpa o en el circo de animales, que respetamos, pero que no es lo nuestro”.

Para llegar a ser un buen malabarista aseguran que se necesita paciencia y mucha práctica, perseverancia y disciplina. “Hay que entrenar, a veces sin ganas, porque no olvidemos que llevamos a cabo actividades que comportan un riesgo sobre la escena, incluso físico”, afirmaba José Alberto. El problema de los malabares es que no se puede fallar, porque se hace evidente. “Cuando se cae una bola,  todo el mundo se da cuenta. Si fallas en la música no es tan evidente. Por eso, hay que fracasar con arte, saber hacerlo. A veces  incluimos, ex profeso, los fallos en el espectáculo para que la gente vea lo complicado que es lo que intentamos. Si la cosa no sale dos veces, y sí a la tercera, el público se pone de pie”, añadía Daniel.