Los periodistas españoles, esos que no gustan

16/11/2010 - 00:00 Carlos Carnicero

Difícilmente me verán embarcado alguna vez en una defensa corporativa de los periodistas españoles. Me ocurre, por el contrario, que frecuentemente me siento crítico, muy crítico, con demasiadas cosas de las que practican o dejan de practicar mis colegas, y hasta debo reconocer que caigo en ataques de feroz autocrítica ocasional. Así que le ruego, querido lector, que trate de interpretar bien lo que, sin duda algo torpemente, quiero decir cuando escribo que es un escándalo que Gobierno alguno deje así desamparados a los informadores de su país frente a los ataques sin cuento procedentes de un Estado extranjero. Hablo de España y de Marruecos, desde luego. Quizá no solo, pero principalmente. Ya digo que hay que criticar a quienes hablan o escriben desde la consigna, desde el tópico, desde el desconocimiento. Y las tres modalidades se han puesto de manifiesto en ciertas crónicas y comentarios sobre Marruecos. Cierto es, además, que el tono general de los medios españoles se inclina más hacia los saharauis que duermen al raso que hacia el monarca alauita que duerme en palacios varios. Pero me parece ofensivo que un portavoz del régimen de Rabat afirme que, si no se ha permitido a los medios españoles viajar a El Aaiun, ha sido porque "no queremos que vayan periodistas que han sacado sus conclusiones antes de llegar". ¿Esos somos nosotros? Tengo en alta estima la profesionalidad de la mayoría de los corresponsales 'de guerra' y enviados especiales españoles; han mostrado su valía y su valor en todas las partes del mundo. Cada cual es muy libre de tener sus propias simpatías y antipatías, sus filias y sus fobias. Pero eso es algo que se olvida a la hora de informar. Otra cosa, desde luego, son ciertos 'opinadores' ajenos al conocimiento del terreno que (no) pisan. Pero no son esos los que preocupan al impermeable Gobierno marroquí: son precisamente los que sí saben de qué hablan quienes les irritan con sus críticas. Y esos son a los que este Gobierno, tan obsesionado por ayudar a 'sus' próximos (a veces), no les presta la menor atención. Los periodistas no gustamos. No aquí, ni allí. No en vano se dice que 'noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique'. Rabat no quiere que publiquemos, y Madrid, me temo, tampoco quiere que publiquemos aquí que allí no nos dejan publicar. Y es que el Estado tiene razones que la razón de la libertad de expresión no entiende. Lástima.