Los pueblos son para el verano y...
10/08/2014 - 23:00
Agosto es el mes de las fiestas por antonomasia, no sólo en nuestra provincia sino en toda la geografía nacional. Las vacaciones y el verano animan a la gente a regresar al pueblo, un lugar perfecto para descansar del ajetreo cotidiano en el trabajo y las grandes ciudades, donde reencontrarse con la familia y amigos. Por eso, no es de extrañar que los ayuntamientos se la ingenien para trasladar los festejos patronales de unas fechas a otras para hacerlas coincidir con esta época del año. Ver aquellas calles vacías y con gente mayor paseando en invierno ahora llenas de gente, con niños montados en bicicleta, jugando con el agua del pilón y los bancos y barbacanas como testigos de buenas nuevas, no tiene parangón. Es una buena época para el panadero que recorre varios pueblos surtiendo de pan y bollos aquellos lugares que no cuentan con la pequeña tienda de ultramarinos, viene la furgoneta con los congelados, el carnicero y hasta algún vendedor de ropa ambulante. Estamos hablando de los pueblos pequeños. Y los grandes, pasa lo mismo, las pequeñas tiendas y bares se surten de viandas y bebidas para abastecer a vecinos y visitantes que vienen a veranear. Son buenos meses para la economías de nuestros humildes pueblos, que llega hasta triplicar su población.
Y hasta el médico viene de visita con más asiduidad. Como si de almendreros se tratarán los jovénes, y no tan jóvenes, se desplazan de un pueblo a otro, igual que antaño, a visitar al os amigos y parientes de la comarca en el día de sus fiestas, tengan toros o no, porque las verbenas y las honran a los patrones también gustan. Estos días nos dibujan una provincia bien diferente a la que tenemos en invierno. Por eso, habría que pensar en dejar alguna celebración para aquellos meses en los que el clima no acompaña y la compañía es más escasa. Y no hablo sólo de la típica matanza, que en algunos pueblos se ha convertido en todo un acontecimiento, sino en alguna ruta senderista, la fiesta de la castaña, una reunión de amigos o un Halloween cualquiera que tan de moda se ha puesto. Porque cuando la nieve y el frío nos rodea, nuestros pueblos siguen siendo encantadores, y seguro que a los que hoy nos visitan en fiestas, también les gustaría regresar.