Luces y sombras de la economía

07/11/2010 - 00:00 José Luis Gómez

La economía se estancó en el tercer trimestre del año tras pequeños crecimientos, casi inapreciables, en los dos anteriores, según adelantó el Banco de España. No es nada nuevo, ya que el país lleva tres años renqueante, lo que le hizo pasar a España de ser la octava economía del mundo a la número 12, pero aún así empiezan a verse algunas señales alentadoras que no deben confundirse con triunfalismos. Sobre todo, mientras el paro siga comportándose como hasta ahora. Los ingresos del turismo y la recuperación de las exportaciones constituyen, sin duda, una señal positiva, máxime cuando las ventas al exterior siguen sujetas a las tensiones del mercado de divisas. Por tanto, también en este caso hay riesgos, ya que la revalorización del euro frente al dólar puede perjudicar a Alemania y Francia, que concentran, junto con Gran Bretaña, el grueso de las exportaciones españolas. Dada la falta de perspectivas en el mercado interno, es evidente que, para crear empleo y sostener los servicios públicos, el modelo productivo español debe reforzar su vector exterior, diversificando productos y destinos, compitiendo en calidad y diferenciación, y no en bajos costes. ¿Hay más señales positivas? El país parece haber digerido el impacto de la subida de dos puntos del IVA --a riesgo, es verdad, de que vuelve a ser más habitual la pregunta ¿con IVA o sin IVA?-- y, camino de las Navidades, seguramente habrá una paulatina recuperación del consumo privado. También es posible que la reforma laboral se note en la reducción de los costes salariales de las empresas, si bien persisten las dudas sobre su traducción en la creación de empleo, que es lo que más importa en estos momentos. Como puede observarse, incluso para hablar de aspectos positivos, es menester hacerlo de elementos negativos o, en el mejor de los casos, de las numerosas incertidumbres que planean, dentro y fuera de España. Los aspectos negativos es más fácil detectarlos, como los buenos metales. Entre ellos relucen el paro, el déficit público, el bajo consumo, la escasez de financiación y la retirada de medidas de estímulo, como el Plan E, que, junto con las subidas impositivas, repercuten tanto en el desempleo como en el menor PIB. Por si fuera poco, siguen incordiando las tensiones sobre la deuda española, que no es solo pública, sino también privada, debido a los créditos concedidos a familias y empresas en los años de bonanza. El coste de la operación, un millón de euros diarios, contribuye al malestar popular, como también la sensación de que el incremento del número de tropas no ha servido para garantizar la seguridad en la zona si no más bien para pone mas vidas en peligro. La violencia en Afganistán, lejos de aplacarse, crece cada día, y los talibanes tienen mayor apoyo de la población civil. La cumbre de Lisboa de este mismo mes tiene que hacer una seria reflexión sobre el fin de una misión que el triunfo de los republicanos en Washington podría convertir en interminable.