Luto y sobriedad en la multitudinaria Procesión del Silencio y Santo Entierro

26/03/2016 - 09:54 B.P.O.


De luto, en silencio y con emoción. Así discurrió la más multitudinaria de las procesiones de Semana Santa, la del Silencio y Santo Entierro, que puso fin a las representaciones de penitencia que se han sucedido a lo largo de la semana en Guadalajara. 
La procesión del Silencio o Santo Entierro es la más emblemática de la Semana Santa de la capital. Participan un total de cuatro cofradías y nueve pasos: la Cofradía de la Pasión del Señor, Nuestra Señora de los Dolores, el Cristo Yacente del Santo Sepulcro y la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad. 
Las cuatro cofradías destacaron por su sobriedad, con los tambores y las dulzainas como elementos que marcaron el ritmo de la procesión.
El primer paso por la Concatedral fue para la Cofradía de la Pasión del Señor con sus pasos del Cristo de la Expiración, La Piedad y Jesús de la Pasión, a las 20.00 horas, desde Santiago. Quince minutos más tarde lo hacía la de los Dolores, con el Calvario y la Virgen de los Dolores, desde Santa María. Hacia las 20.30 pasaba la Cofradía del Cristo Yacente del Santo Sepulcro con su imagen titular y la Cruz Desnuda de Jerusalén, desde la Concatedral. Por último, Nuestra señora de la Soledad incorporaba también a su imagen titular y al Cristo del Consuelo, en su caso desde San Nicolás.
La Cofradía de la Pasión del Señor no tuvo excesivas dificultades para sacar sus pasos de Santiago, operación que ya habían realizado en la noche del Jueves Santo. Este año, además, las cargadoras que portan a hombros el paso de la Piedad ambos días pudieron hacerlo más fácilmente tras la remodelación del paso, lo que ha aligerado su peso en 200 kilos. En este caso, los cofrades vistieron con capuchón y guantes negros en señal de duelo, en lugar del capuchón blanco y los guantes blancos con los que salieron el Jueves Santo. 


La Concatedral de Santa María fue punto de encuentro no solo para las cofradías, sino también para los fieles, que eligieron en gran medida su entorno para asistir a la procesión. Además, la amplitud que ofrece la calle Ramón y Cajal e Ingeniero Mariño resultaron ideales para divisar el despliegue penitente. El sonido de los tambores iba indicando, además, por dónde discurrían los pasos. Así, mientras los cofrades de la Pasión del Señor completaban su llegada a la Concatedral, los de la Virgen de los Dolores se preparaban desde Santa María para hacer su salida, primero con el paso del Calvario de la Quinta Palabra con el Cristo crucificado, María, San Juan y María Magdalena. La Virgen de los Dolores salía después en un imponente carruaje repleto de velas y flores vestida con manto negro. Más tarde salía por el mismo punto el Santo Sepulcro, portado por 24 banceros, seguida de la Cruz Desnuda de Jerusalén, portada por 12 personas. El Santo Sepulcro es una impresionante obra que ha sido recientemente restaurada en los talleres de Horche de Artemartínez. Acompañándola, sólo dos dulzainas, un bombo y un tambor. 
En el último tramo se incorporó a la procesión la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con la Soledad, elevada por 30 costaleros y el Cristo del Consuelo. 
Detrás de todos ellos se sumaron al recorrido, como también es tradición, autoridades de diferentes instituciones con presencia en la capital.