Madrid, un lunes

26/02/2017 - 12:29 Javier Sanz Serrulla

En la almendra de la capital del reino de Felipe y una periodista que mira a las cuñadas como nefertiri, se rifa un bacalao.

La fila baja desde el casino en fondo de dos-tres y gira como una escarpia para entrar por la puerta principal del Círculo de Bellas Artes, como si expusieran a Jesús de Medinaceli. Algo pasa y no se anuncia. En la pecera nos encontramos con don Lorenzo: “¿Vienen ustedes a lo de Sánchez?” Así que es eso. Pedro resucita frente a la iglesia de San José, donde cantó misa Lope de Vega y se casó Simón Bolívar, un Pitingo con cabellera rizada que custodia en sus homilías a Maduro, un macarra que quiere mandar a Rajoy a Vitaldent. Pedro tiene un tirón entre los prejubilatas, si se mantiene la pasa del frontón en el 65. Parece que la cola va a comulgar, ni un ruido ni una tos. Se cuidan. “Magdalena está por ahí dentro, dirigiendo la operación”, nos dice el mítico cuando nos despedimos y él se infiltra entre las masas como el profesor Tornasol. “Buenas tardes, señorita”, le dice a un camarero con bigote y se diluye tras los cristales.
    En frente, y es lunes, abre una exposición peruana que ha montado Porto. Porto baila sola y solo sube a Asturias para la foto con Cascagnán, por gastar el carrete. Se espera a Cifuentes, pero no hay ni una cámara en la acera. Cifuentes a las ocho no llega. Desfilan gacelas de cinco décadas, talla treinta y dos, uno ochenta sobre tacón de aguja y perfume caro con radio de acción de un palmo, reservado al marido o al palomo. La cosa va de Perú, montaje variadito de la colección Hochschild para la señora y el caballero. Entre ese gacelaje no va a desfilar Preysler, la peruana más famosa de España. Todo está cantado y Cifuentes no llega. A la salida una azafata reparte alfajores redondos, uno por barba, envueltos en papel rojo de Navidad, como si viniéramos de besar la reliquia de San Blas.
    Baja una lava roja de pilotos traseros que sorteando la Cibeles va a enhebrar la Puerta de Alcalá para distribuirse por Velázquez o Narváez. La tarde está bella y Sánchez, al otro lado, debe andar con lo mismo: ha remasterizado el no es no como los Bravos black is black. Ya suena a clásico. Malo. Como un banco ponga veinte kilos y un tratamiento de hormonas para Errejón, ahí te quedas, Pedro. La cola del Círculo es una cola mansa y pacífica, funcionarial, pero no vota con el ansia de las huestes de Coleta violeta. Sí, Coleta violeta desde hoy y desde aquí.
    Madrid, un lunes. En la almendra de la capital del reino de Felipe y una periodista que mira a las cuñadas como Nefertiti se rifa un bacalao cada tarde. Ahora el maná se echa al aire en otro horario, cuando la tarde languidece y renacen las sombras que nunca se acaban de ir de la camisa blanca de esta España, como las caras de Belmez. En Villaverde, sin embargo, se fríe un sanjacobo de Findus por barba, mientras corre el rosco de Pasapalabra. Flora y fauna. Conocimiento del medio.