Mayorías invisibles

24/07/2017 - 20:58 Jesús Fernández

Una sociedad, una  democracia que se rige sólo por el principio de las mayorías es una sociedad injusta y desigual.

La democracia gira demasiado en torno a las mayorías aritméticas y no en función de las minorías éticas. Tenemos que acostumbrarnos a hablar, en política, menos de las mayorías físicas, numéricas, contables y elaborar un discurso más cualitativo de mayorías invisibles y silenciosas. Estamos muy entregados al principio siguiente: democracia es lo que decide la mayoría. Pero sólo la democracia. No deciden la educación, la familia, la religión, la economía. ¿No hay nada más allá de las mayorías? ¿Son ellas reproductoras de sí mismas? Si es así, entonces no cambiaría nunca nada en democracia. Una misma mayoría se alargaría eternamente. Ellas son, por definición, temporales y provisionales ¿Cómo se cambian las mayorías? Son preguntas muy importantes. Una mayoría real, explosiva, experimental, viene precedida por una mayoría ideal, invisible, indiciaria, interpretativa. Los signos tienen sus tiempos. La  libertad no está unida a la noción de multitudes sino a la persona individual y singular pues también las mayorías ejercen un control y presión excesiva sobre la libertad.
    Sin embargo, las mayorías formadas y formales son ficticias y sirven de cobertura para ejercer y legitimar muchos abusos del poder. En el extremo contrario  de estas teorías, se abre camino hoy en Europa el llamado derecho de las minorías. Hay minorías que no son tan invisibles. Sobre ellas se ejerce la gran discriminación. En el derecho internacional se encuentran hoy tres cuestiones en torno a este problema: tolerancia, protección y no discriminación de las minorías.
    Lo mismo tiene que suceder con las leyes de los Estados. No legislan sólo para las mayorías sino para las personas o miembros individuales de la comunidad. Cuando se proclama que todos son iguales ante la ley, ese “todos” se refiere y comprende también las minorías existentes. Los números no determinan fronteras o discriminaciones en los derechos o aplicaciones de la ley.
    Una sociedad, una  democracia que se rige sólo por el principio de las mayorías es una sociedad injusta y desigual Acudamos a la metafísica. La persona individual  es lo más minoritario o singular y, a la vez, lo más mayoritario y universal pues todos los ciudadanos lo somos. ¿Qué hacemos? ¿Construimos mayorías a base de criterios o paradigmas externos, convencionales, políticos, electorales, tomando como referencia a los partidos analógicos existentes o partimos de la minoría radical e individual   de cada persona con su carga de conciencia, libertad, familia, educación, valores, creencias, necesidades, deseos, derechos o aspiraciones? Las guerras conocidas se producen por el desprecio de las minorías y la hegemonía de fuerzas totalitarias. Hay guerras invisibles entre nosotros por el desprecio muy visibles de valores minoritarios.