No es esto, no es esto

10/08/2014 - 23:00 Juan José Fernández

Nada le agradaría más a uno que poder comenzar este artículo como rectificación, culminación y guinda de la letanía de cinco que ha dedicado al tema, a la vista de las declaraciones jubilosas y exultantes de la consejera de Economía y Empleo de Castilla-La Mancha, Carmen Casero, y de la presidenta de la Diputación de Guadalajara, Ana Guarinos, una y otra, y en especial la segunda (¿será para autoconvencerse y de paso convencernos?), siempre con un toque censor y hasta no sobrado de elegancia hacia la oposición, olvidando que en todas partes cuecen habas, que su partido no está exento de incumplimientos, y que arrieritos hemos sido y somos; trío que completa el alcalde de Molina, Jesús Herranz, que no sé por qué se agarra a un ascua ardiendo y celebra las rebajas de las rebajas (aunque en parte lo comprendamos, por aquello del pájaro en mano). Pero el caso es que, esta especie de ¡Alea iacta est! (la suerte está echada) de Julio César, cuando cruza el Rubicón, camino de Roma, más bien nos trae a la mente el “No es esto, no es esto”, de Ortega, cuando la República no responde a la ejemplaridad que muchos esperaban.
Lamentablemente, como nos temíamos, y así lo dejamos anunciado en el tercero de la saga (Nueva Alcarria, 19-07-2013), lo aprobado en el Consejo de Ministros antevacacional resulta ser eximio ejemplo –y eso en el mejor de los casos– del “parturient montes, nascetur ridiculus mus” de Horacio. ¿O es que no estamos ante un eterno parto de los montes del que nace –si nace, que vaya Vd. todavía a ver– un ridículo ratón? ¿Qué otra cosa es un Parador capitidisminuido, jibarizado, ejemplar liliputiense, de 20 habitaciones en vez de las 80 anunciadas, esperadas y necesitadas (ni el más pesimista vaticinaba esto), sin los servicios inicialmente previstos, imprescindibles por demás, del que no saben –a tenor de sus palabras– ni en qué margen del río Gallo va a sestear, precisamente en el momento en que se nos vende a bombo y platillo la moto de que crecemos un montón, y de que salimos de la crisis?
Aquí hay gato encerrado, rediez; que después de setenta veces siete (+ una) de engaños, no es pensar mal. Gato que, si no se come al ratón, nos tememos lo dejará todavía más escuálido y paralítico que lo que nos venden como éxito galáctico sideral. ¡Como si no los conociésemos!, que llevan una década soltando mentiras a troche y moche sin casi despeinarse, contándonos sobre el Parador cómo por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas tralará. Ciñámonos a tres reflexiones. La primera es que más bien parece que la aprobación se hace con alevosía y ensañamiento (veintidós habitaciones en vez de ochenta, menos que La Subalterna, si se quiere en línea con el, por otro lado, magnífico Parador de Santa Rita); también con nocturnidad (¿o no es así su aprobación en el último Consejo de Ministros?, cuando la mitad está de viaje vacacional y la otra mitad enfrascada en las tareas del campo).
Ahora se entiende por qué la Sra. Cospedal no se personó en Molina hace tres- cuatro meses, como se comprometió, y es que esta burra es muy poco vendible, máxime tras haber predicado de ella el oro y el moro, asumiendo el proyecto inicial y diciendo que se inauguraría en esta legislatura. Por demás, no digamos con desprecio de sexo, pero sí hacia toda la ciudadanía molinesa que ha esperado una década en vano y que, cuando menos, se merecía primero las disculpas previo paso para un cumplimiento exhaustivo de las promesas: y ya vemos, mutilación de servicios, desaparición de la piscina climatizada, sólo unos comedores más bien para que las bodas de la zona no aterricen en Calamocha, que para atraer eventos capitalinos. “Lo que se debe hacer, se puede”, era lema de Juan Pablo II.
Y aquí, como parece ser que unos y otros gobernantes, versus aprendices de cantamañanas –con perdón–, han venido entendiendo que no se debería hacer el Parador, bien que dijesen lo contrario, pues tampoco han movido ficha. A la postre, de Zapatero a Rajoy es como si hubiésemos saltado de la sartén al fuego. Y es que, por mucho que intenten diferenciarse, en lo que respecta a preocupación por el Señorío de Molina, la Laponia ibérica que dicen, y con razón, las zonas deprimidas, son calcados unos de otros, a cual peor. Y si croan como patos y nadan como patos es que unos y otros son patos, bien que presuman de un pedigrí diferenciado de alto comportamiento ético. La segunda consideración es que, tras diez años de retraso, ni se aporta razón alguna de los temerarios cambios a la baja. Lo de que hay que acomodarlo a las necesidades de la zona suena más bien a excusa o lugar común para eludir compromisos anteriores desvanecidos. Tampoco se fija fecha de comienzo ni menos de puesta en servicio. Y hasta ahora los rotundos compromisos del PP, y primero del PSOE, se quedaron siempre en agua de borrajas, vulgares tomaduras de pelo impropias de políticos responsables. De no cambiar, pueden tirarse otros diez años jugando con la credulidad de las gentes. Podrían bautizarlo con el nombre de “proyecto Matusalén”, por si algún biznieto lo ve culminado… o lo disfruta. Y dado que espacio sobra –hablan de 42.000 metros cuadrados–, en vez de tirar para siempre por la borda los compromisos iniciales, debería dejarse algún resquicio a la posibilidad de completar en un futuro no lejano lo inicialmente contemplado y ahora mutilado, por mor de un realismo en el que parece primar más lo económico que la decisión política de potenciar una zona desfavorecida, equilibrar el territorio, y hasta servir de acicate y estímulo para la hostelería y la restauración de la comarca que cuenta con el Parque Natural del Alto Tajo y el Geoparque, y que debiera ser estadio intermedio, camino del Monasterio de Piedra, Zaragoza, Teruel y la misma Valencia.
Ahora bien, todavía hay una tercera razón de peso, más contradictoria incluso, que hace que las piezas de este tinglado no encajen un ápice, salvo que se recurra al encantamiento. Vamos a ver, si los 29 millones iniciales resultaban suficientes para construir un Parador con 80 habitaciones, con todos los servicios que un establecimiento moderno de este tipo reclama, incluida la piscina climatizada, aun teniendo en cuenta una reducción del presupuesto de un 33 % (de 29 millones de euros a 20), con que el gobierno Rajoy se nos ha descolgado, para decir digo donde antes había dicho Diego, resulta que las habitaciones deberían bajar más o menos en dicha proporción, reduciéndose también, pero en sólo un tercio (o sea de 80 a 54). Y si, por demás, se reducen los servicios, como se anuncia, y el coste de la construcción ha bajado por la crisis hasta un 30 %, incluso más, hasta podrían llegar a las setenta-setenta y cinco habitaciones (más o menos las inicialmente previstas), es decir capacidad para absorber dos autobuses. Y el caso es que sólo se van a construir 22 habitaciones; o sea para acoger a un microbús o a un pequeño autobús en el supuesto de que sean matrimonios bien avenidos, …o parejas de hecho.
Esto no encaja de manera alguna. Mucho nos tememos que esa inversión de 19,8 millones de euros a la postre se reduzca a menos de 12 –y hasta que se haya previsto, aunque no se publicite–, pues en el contexto actual los subcontratistas pujarán a la baja. Si para 80 habitaciones son suficientes 29 millones de euros, para 22 –con menos servicios y coste más bajo– ¿cuántos millones son necesarios?; esta regla de tres no la fallan ni los de la ESO. Luego se dice que 19,8 millones fue lo presupuestado y que la subcontrata se lo llevó por 10 ó por 12, y aquí paz y después gloria (porque, claro, no dudamos lo más mínimo en que se descartará el “problema 3 %” del exMolt Honorable Jordi Pujol). Salvo que hagamos las habitaciones con paneles de oro, cinco estrellas gran lujo, esperando la llegada de algún jeque árabe buscando sus raíces en el Abelgalbón molinés de tiempos de El Cid.
Y no parece que por ahí vayan los tiros. Tres-cuatro estrellas tal vez sea lo más adecuado para el perfil del pernocta molinés. Es decir que hay demasiados puntos oscuros que Turespaña y/o el Gobierno regional, o la misma presidenta de la Diputación, debieran explicar; en serio, claro, que hasta ahora todo ha sido un consumado campeonato del “vamos a contar mentiras”. Desde luego, con los antecedentes del caso, mucho se tendrán que esforzar los pregoneros para que se les crea. Y, por favor, suban, doblen el número de habitaciones, que esto acabará siendo conocido por el Parador de la Señorita Pepis.
Los de La Otra Guadalajara, a quienes la sociedad molinesa tanto debe, y no solo por el asunto del Parador, están cargados de razón en buena parte de sus críticas; por cierto, que la mayoría de los molineses suscriben. Escúchenles, por favor. . . . Una confesión última. Este artículo mejor podría haberse titulado de otras dos maneras: El timo del Parador de Molina, o bien La cagá; este último sin duda más definitorio, sólo descartado por su vis escatológica. Perdónese que lo pasemos de la cruz a la fecha, más por respeto a algún lector melindroso que a quienes en esto del Parador no han tenido la palabra que merecen las mujeres y hombres todos del Señorío de Molina, de Guadalajara entera, los del incendio del 2005 en especial; el sentido de Estado, el compromiso político ha brillado por su ausencia tanto por las demoras como por las rebajas. Por no hablar del olvido de la deuda histórica, y no sé si hasta prehistórica (que aquí, haberla hayla).