No es lo mismo pedir que exigir

03/09/2011 - 00:00 Antonio de Miguel Antón

Siempre que veo una casa en ruinas no puedo dejar de pensar en la cantidad de cosas que habrán ocurrido dentro de sus muros y tejado. Penas, alegrías, risas, llantos, gritos, silencios…tantas historias. Es una lástima que se abandonen y se echen a perder esas casas, algunas son verdaderas maravillas, son verdaderos patrimonios y en ocasiones, muy emblemáticas. Siento que cuando alguien abandona y pierde una de estas casas, todos perdemos algo. Nuestra Constitución está en ruinas, se cae. Y lleva avisando que se cae hace ya algún tiempo. Tiene verdaderos problemas estructurales. Es necesario rehabilitarla, para que no se caiga un día un cascote y haga daño a alguien. Es fundamental y urgente por seguridad y por higiene acometer una reestructuración integral. La reciente reforma del artículo 135 de nuestra Constitución no es nada más que una chapuza dentro de la reforma económica y democrática que necesita nuestro país y nuestro sistema. No es una buena rehabilitación de nuestra ruinosa casa. La reforma tiene que ir más allá. Los elementos que estructuran nuestro país y sus normas fundamentales, no han sido tocados nunca. Es necesario restaurarlos. Las obras de rehabilitación o reforma de estas casas son muy costosas y no suelen hacerse bien. Hay que derribar lo que está en mal estado y hacer una estructura nueva, con materiales modernos. No sirve tapar una gotera únicamente si el tejado está que se cae. Habrá que hacer un nuevo tejado. Han pasado 33 años y nuestra casa pide una reforma integral. Hay que hacerla bien y entrar a quitar las vigas en mal estado. Hay que hacer un nuevo forjado, nuevos muros de carga, acorde a los tiempos actuales. Hay que demoler aquello, que en su momento sirvió para salir de la dictadura y vivir en transición, pero que ahora ya no tiene sentido. Hay que caminar, hay que avanzar. Ha llegado el momento de hacer un estudio serio, organizado y racional de rehabilitación. Hay derribar y plantearse un nuevo modelo moderno de estado. Y para ello hay que contar con todos sus dueños, que a la vez son inquilinos. Hemos de “pedir” una reforma completa. Mejor dicho, hemos de “exigir” una reforma completa. No es lo mismo pedir que exigir.