Nuevo curso pastoral
11/09/2011 - 00:00
Al comienzo de un nuevo curso pastoral quiero invitaros a dar gracias a Dios por el pasado y a mirar el futuro con esperanza. Como creyentes en Jesucristo, iluminados por su Palabra y animados por la acción constante del Espíritu Santo, hemos de orientar nuestra vida espiritual y nuestra actividad pastoral desde una actitud de sincera conversión.
Partiendo de aquí debemos llevar a cabo la programación pastoral del curso en las distintas Delegaciones, Movimientos apostólicos, arciprestazgos y parroquias.
Este año debemos evaluar las maravillas que el Señor ha realizado en nuestros grupos y comunidades eclesiales durante estos años pasados y, al mismo tiempo, hemos de poner los cimientos para la redacción de un nuevo Plan Pastoral. Al pensar en los posibles objetivos y en las acciones a realizar, todos los miembros de la diócesis deberíamos experimentar el gozo de ser hijos de Dios y la alegría de haber sido llamados por Jesucristo a transmitir la fe recibida, sin mérito alguno por nuestra parte, a otros hermanos en este concreto momento de la historia.
Como ya nos recordaba el Papa Pablo VI, la acción evangelizadora tiene que ser siempre la dicha más grande y la identidad más profunda de la Iglesia.
Ahora bien, para cumplir con este encargo del Señor, todos los bautizados hemos de asumir que estamos en un tiempo nuevo, en una nueva realidad cultural, social, económica y religiosa, que exige la búsqueda constante de nuevos métodos, nuevas formas y nuevas expresiones en la transmisión de la Buena Noticia.
Pero, sobre todo, hemos de tener presente que la nueva realidad a evangelizar reclama de cada uno de nosotros centrar nuestra vida y nuestra misión en Cristo, a quien hemos de conocer, amar, seguir y anunciar a los demás. Si no se produce la necesaria conversión interior a Jesucristo, no podremos comunicar a otros aquello que nosotros no vivimos con pasión y con alegría. Sin Cristo, sin su gracia, sin permanecer en constante comunión con Él, no somos nada como cristianos ni como Iglesia.
Estamos en unos tiempos apasionantes para la evangelización. Esta debe ser nuestra convicción a la hora de actuar y de programar. Ciertamente existen dificultades para el anuncio del Evangelio, pero no deberíamos olvidar nunca que en todo momento somos acompañados por el Señor, mediante la acción del Espíritu Santo. Tampoco deberíamos pasar por alto que el hombre de hoy, como el de otros tiempos, necesita a Dios como fundamento de su vida y como plenitud de sentido para la misma.
Teniendo esto en cuenta, al comienzo de este nuevos curso pastoral, os invito a actuar desde la fidelidad a Jesucristo, a responder de nuevo a su llamada con un SI generoso, como lo hizo la Santísima Virgen, y a acometer con ilusión renovada la misión siempre nueva de la evangelización.