Obama clama el triunfo moral en la cuenta atrás de campaña

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: MERCEDES GALLEGO. COLPISA
Se jugaban Oregón y Kentucky, pero Barack Obama no esperó los resultados en ninguno de estos dos estados. Ni siquiera en alguno de los que faltan por votar -Puerto Rico, Dakota del Norte y Montana-.
Al cruzar la mayoría de delegados electos el candidato de color quiso celebrarlo en el lugar donde empezó su “viaje improbable”, como solía decir en Iowa. Con el Capitolio de Des Moines por fondo, los estadounidenses pudieron ver al fin el aspecto de esta ciudad en primavera, acostumbrados a seguirla cada cuatro años bajo el hielo. A su lado, esa pequeña oficina que en Navidades tenía un muñeco de nieve en la puerta con el cartel de Obama y el eslogan de su campaña: “Hope” (Esperanza).
Para el equipo de voluntarios de Iowa que hizo posible el sueño, el 3 de enero terminaron ocho meses de arduo trabajo, pero con aquella insospechada victoria que dejó tercera a Hillary Clinton empezaba la campaña de Obama en el resto del país. “Será una forma fenomenal de cerrar el círculo”, adelantó Obama a ‘The New York Times’.
Desde que sentenciara la contienda con una rotunda victoria en Carolina del Norte y convirtiese en pírrica la de Clinton en Indiana, sus asesores habían avisado que el 20 de mayo “clamaremos victoria” en la contienda demócrata gracias al anticipado triunfo en las primarias de Oregón. Ese aire triunfalista antes de alcanzar los 2.025 delegados que se requieren para la nominación pronto le valió el calificativo de presuntuoso y arrogante, por lo que en los últimos días el candidato ha intentado bajar el tono.
“Lo que significa es que los votantes nos han dado la mayoría de los delegados que pueden elegir, y en eso consiste el proceso de primarias y caucus”, precisó Obama.
El candidato reconoce que no tendrá pleno derecho a alzarse con el título hasta que haya logrado también suficientes votos de los notables del partido -superdelegados- para alcanzar los famosos 2.025. Lo que espera es que la nueva marca les convenza de que no hay vuelta atrás. A estas alturas resulta un hecho inevitable que Obama sea el que gane más votos, más estados y más delegados electos. También supera ya a Clinton en superdelegados. Si la aristocracia del partido utilizara su voto de calidad para revertir la voluntad popular sería un suicidio político, ya que los votantes traicionados probablemente abandonarían a la formación en las generales de noviembre.