Pero Grullo con faldas
Las mujeres, mal que pese a algunas feministas, son y se muestran como mujeres también en política. A un ministro de Sanidad y Consumo varón no se le habría ocurrido, como hizo Celia Villalobos cuando las vacas locas, recomendar que no se echaran huesos de ternera al caldo. Puede que ni hubiera sabido que venden también de cerdo. El otro día Ségolène Royal, ministra francesa de Ecología, recomendó para el calor, a modo de simple gesto de madre, beber agua, humedecerse la cabeza, el cuerpo y la ropa. Como dijera su paisano Montaigne, nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis. Otra grande de la política, Hillary Clinton, recomendó a su jefe de campaña dormir con calcetines para el frío.
Viene de lejos. Pronto hará 25 años que Matilde Fernández, socialista de pura cepa y ministra de Asuntos Sociales, lanzó una campaña-consejo de madre atrevida, Póntelo, Pónselo, para tratar de convertir en cotidiano un objeto, el preservativo, que era de uso casi clandestino. El eslogan provocó encendidas reacciones, sobre todo por la incitación a las jóvenes a asumir el mando en la cama en tiempos con el sida y los embarazos adolescentes desbocados.
Ya se nota que las regidoras de Madrid y Barcelona son mujeres. Manuela Carmena debutó proponiendo que cooperativas de madres se hicieran cargo de limpiar colegios. Ada Colau, renunciando a los juegos olímpicos de invierno 2016 para evitar resfriados y gastos de abrigo. La madrileña hace ostentación, incluso ante el rey, de un bolso-capazo, aparente para ir al mercado o la playa, envidia de cualquier madre. La barcelonesa ha recobrado, y lucido ante banqueros, la coqueta rebeca inmortalizada por Joan Fontaine en 19440, en la película del mismo nombre. También se nota que es mujer, abanderada de la ruptura de estereotipos, al nombrar jefa de comunicación a una joven que, como algunos hombres, orina de pie y en la calle. Eso sí, dentro del llamado arte postporno.
El mundo no sería necesariamente mejor si gobernasen solo mujeres. Pero sí más maternal, aseado y bienoliente. Cuentan que la primera medida de Engracia Hidalgo, consejera de Economía de la Comunidad de Madrid, ha sido cambiar suelos y poner flores frescas a diario en los despachos. Nada que objetar si las pagase ella.