Picasso y el enigma de su 'Guernica'

11/10/2018 - 12:16 Emilio Fernández Galiano

Como el encargo se realizó para potenciar la imagen de la España republicana, el tiempo apremiaba y Picasso no acertaba con el motivo. 

Reconforta que el personal reaccione, aunque en el fondo por motivos políticos, por cuestiones vinculadas a la historia y el arte; no todo va a ser secesionismo. Al hilo de unas declaraciones del novelista Arturo Pérez Reverte publicadas en El País, y en las que aseguraba que Picasso pintó el Guernica exclusivamente por dinero -cosa, por otra parte, lógica pero que, efectivamente, sacude el simbolismo de cualquier connotación patriótica o solidaria-, se han encendido las redes y multiplicado los comentarios al respecto. Ya he escrito aquí en alguna ocasión que el malagueño era un pequeño miserable en cuestiones de dinero. Los genios, genios son, y por eso hay que admirarles, pero el ser un genio no implica necesariamente ser una buena persona. 

En las declaraciones citadas de Pérez Reverte, se afirma que el pintor aceptó a finales de 1936 el encargo del gobierno de la República para pintar la magna obra. El presupuesto,nada despreciable, 200.000 francos. Hay documentos que acreditan que  Juan Negrín, entonces ministro de Hacienda, adelantó 50.000 al artista –probablemente provenientes  de las cajas de seguridad que el líder socialista expolió del Banco de España-, pero las musas no llegaban. Como el encargo se realizó para potenciar la imagen de la España republicana en la Exposición Universal de París de 1937, el tiempo apremiaba y Picasso no acertaba con el motivo. Aquí, la novedad: si es cierto o no que el pintor utilizó los bocetos que realizó tres años antes con motivo del fallecimiento de su amigo Ignacio Sánchez Mejías para lo que posteriormente se conociera como el Guernica, dado que su elaboración coincidió con el bombardeo a la localidad vasca. 

Es verdad que Pablo Ruiz Picasso se puso de perfil durante la contienda, ni llegó a pisar suelo español. El reconvertir el homenaje a su amigo, incondicional como el de los poetas y autores del la Generación del 27, en un testimonio dramático del bombardeo, pudo venirle de perlas, no en vano el artista tenía que cumplir con el compromiso adquirido y así, además, se solidarizaba con el gobierno que le encargó la obra.

Hay muchos aspectos del cuadro que son incuestionablemente taurinos –en poco pueden asociarse a ese mundo las bombas de la aviación alemana-. El toro, el torero tendido en el suelo inerte con una espada rota, la madre, víctima de la tragedia en la arena, el caballo del picador o incluso la lámpara que bien podría ser de un quirófano, son guiños que demuestran que el origen pudo ser la cornada mortal, aunque él lo transformara más tarde en el bombardeo mortal. 

Otra teoría que justificaría el argumento taurómaco, pudo nacer del consejo para su inspiración  que le dio otro amigo, el  poeta y escritor vasco, Juan Larrea. A mi ésta última me parece más inverosímil, pues resulta extraño basar en la Fiesta los horrores de la guerra. Los que se inclinan a pensar que aprovechó la tragedia de Sánchez Mejías para ampliarlo al bombardeo, me parece lo más factible. Por lo que conocemos de Picasso, por 200.000 francos, cualquier cosa. Al fin y al cabo, qué mejor para la posteridad que un misterio que conviva con una de las obras más emblemáticas del panorama pictórico español.