Primer marrón
26/06/2014 - 23:00
Salvo que prospere el recurso de sus abogados, la infanta Cristina deberá sentarse dentro de unas semanas en el banquillo. A pesar de sus reiteradas evasivas -no me acuerdo, no lo sé, no me consta, no lo creo-, tendrá que defenderse de su imputación por dos delitos fiscales y por un supuesto blanqueo de capitales, a través de la empresa Aizoon. La hermana del Felipe VI ha dejado de formar parte de la Familia Real, pero nunca dejará de ser la hermana pequeña del Rey. Y esta circunstancia, se quiera o no se quiera, perjudica a la imagen de la monarquía. Es probable que la decisión del juez Castro de sentar en el banquillo de los acusados a la infanta Cristina estuviera tomada antes de la proclamación del nuevo rey y se decidiera retrasarla para no deslucir la ceremonia del pasado día 19 de junio. Y eso explicaría también su retirada de los actos protocolarios de la semana pasada. Pero eso es lo de menos. El Rey Felipe VI se ha mantenido siempre al margen del escándalo y ha aprovechado cualquier oportunidad incluso su proclamación para denunciar la corrupción y evidenciar su disgusto.
Ha defendido también la independencia judicial y la necesidad de devolver la confianza de los ciudadanos a las instituciones, incluida la monarquía. Honestidad y transparencia fueron dos palabras que subrayó el nuevo rey en la declaración de intenciones de la Corona. Sin embargo, ya le ha caído el primer marrón. La presencia de su hermana Cristina en el banquillo será utilizada en su contra por Cayo Lara y compañía. Los mismos que callan en el escándalo de los ERE o cuando los sindicalistas de la UGT se gastan el dinero de las subvenciones y de los presupuestos asignados a los cursos de formación en grandes mariscadas y en copas institucionales , volverán a la calle para exigir el encarcelamiento de Doña Cristina. Me parece muy bien que a la infanta se le apliquen las leyes como a cualquier ciudadano y más ahora que está fuera de la Familia Real -, pero sin buscar excusas para los compañeros y compañeras del sindicato que derrochan y se lucran con el dinero público, mientras reivindican mayores prestaciones del Gobierno para los parados y para las clases menos favorecidas. Que cada palo aguante su vela, o su bandera.