Puta mili

27/05/2017 - 18:13 Antonio Yagüe

La verdad es que me impuso un poco el recibimiento en mayo de 1980 cuando me presenté en la caja de reclutas de Guadalajara.

Ahora que el soldado Sánchez se ha salvado y ha vuelto tras un largo permiso, la toma por tierra y aire de la capital y parte de provincia nos trae a la memoria la bendita o puta mili, con recuerdos mejores o peores, pero inolvidables, de aquel trance obligatorio para millones de españoles de distintas generaciones. Algunos entusiastas incluso se iban voluntarios a los 18 años. Junto al “servicio a la patria”, muchos forjaron amistades, afianzaron noviazgos e incluso salieron del pueblo por primera vez en su vida. Con historias parecidas hasta para aburrir.
    Ya son pantalla pasada, como dicen los modernos. El servicio militar obligatorio fue suprimido de golpe en 2001 por decreto de José María Aznar, en contra de lo que se hacía en Europa, la opinión buena parte Ejército y de su antecesor Felipe González. Algunos creen que la decisión se precipitó por el período electoral, ya que había  un millón de prórrogas entre la gente joven y se veía como una posibilidad de captar sus votos. Otros lo atribuyen al pacto-exigencia con Jordi Pujol a cambio del apoyo parlamentario que le permitía gobernar. El cambio tenía sus riesgos, pero seguramente era necesario y los tiempos modernos así lo exigían.
    Dicen que uno cuenta la feria según le va en ella. La verdad es que me impuso un poco el recibimiento en mayo de 1980 cuando me presenté en la caja de reclutas de Guadalajara para incorporarme a filas. Pero, quizá porque ya estábamos en democracia, todo fue correcto. Incluso el servicio en Barcelona, con enchufe aunque no  suficiente como para no ir y luego buscar excusas como el propio Aznar y otros eminentes patriotas. Recordé la abismal acogida que, en el mismo lugar en 1937, contaba mi tío Vicente: “¿Vosotros coméis con cabezás o sin  cabezás?”, les preguntó el sargento de turno. Tampoco era nada con las miserias que contaban otros retíos que fueron a la guerra de Cuba y Filipinas  y volvieron para contarlo.
    Nada que ver con un Ejército profesional como el de hoy, moderno, preparado y selectivo, en el que más de la mitad de los soldados tienen estudios superiores. Pero los hijos de Rajoy y Cospedal se han quedado sin bendita o puta mili. Si quieren: dicen que ahora se hace en algunas empresas.