Queridos atletas 'pros'
Me permito dirigirme a vosotros, a raíz del Caso Marhoum como un simple atleta popular, puesto que sois lo que a nosotros nos hubiera gustado ser. Tenéis la capacidad, la habilidad, la técnica, la fuerza, el trabajo y el tesón necesario para hacer marcas con las que los demás, simple populacho, no podemos soñar con acercarnos. Sin ir más lejos, hacéis entrenamientos y series, bajando incluso de los tres minutos por kilómetro, cuando a nosotros nos cuesta un mundo el bajar de cuatro. Tenéis la suerte, por tanto de vivir de un sueño. Eso sí, nadie discute que la habéis buscado con ahínco y que está conseguida con mucho sufrimiento, trabajo, sacrificio, dolor y en muchísimas ocasiones con muy poca recompensa económica. Sin embargo, en muchos casos, sin saber el cómo ni el porqué, todo eso se derrumba como un castillo de naipes, por tratar de ir un poco más allá de donde vuestros límites alcanzan. En muchos casos, repito, algunos de vosotros (que no todos), confundís el citius, altius forius, con la barra libre del todo vale. Y cuando esto ocurre, creo que no pensáis en todo lo que está en juego. Da lo mismo, que caiga un compañero que se quede sin acudir a una cita, porque se le haya ganado con trampas, que el que quede en entredicho la reputación de un club o incluso de la ciudad a la que representabais. Ciudad, como en este caso, que se esmera día tras día en cuidar y promocionar el deporte, desde la concejalía correspondiente. Habrá incluso alguno de vosotros, como también ocurre aquí, que después de haber sido cazado, saldrá faltando al respeto a muchas personas y diciendo que nunca ha tomado nada ilegal de manera intencionada. Desconozco los pormenores de cada caso, como decía mi abuelo cauno es cauno y tié sus caunás. Pero todos tienen algo en común: el borrico muerto la cebada en el rabo. Con esto quiero decir que me gustaría que mañana, pasado o al otro, saliera uno de vosotros en rueda de prensa a decir lo siguiente: -Tal día, a tal hora, el entrenador o el médico, Don Pepito, me dijo que debía tomar esto, so pena de quedarme sin equipo, sin patrocinador o sin cobrar. Mientras que esto no ocurra, nosotros, simples atletas populares, veremos en vosotros, lo que nos hubiera gustado ser, pero también lo que nunca nos hubiera gustado que fuerais. Y mientras que esto no ocurra, seguiré pensando, que el comienzo de la solución a este problema pasa por sanciones a perpetuidad, para el atleta, el entrenador y su médico. Los unos por hacerlo y los otros, por consentirlo o por desconocerlo cuando era su obligación. Habrá quien diga, que no existen penas a perpetuidad ni para asesinos ni para violadores. Cierto es, pero esto no es una pena, es una inhabilitación para su profesión, algo que ya existe en casi todas las profesiones en las que se exige una capacitación para su ejercicio (médico, abogado o un conductor de autobús sin ir más lejos). Claro que esta es la opinión de un simple atleta popular, plebe al fin y al cabo, que nada tiene que ver con la casta. Que la fuerza os acompañe. Habrá quien diga, que no existen penas a perpetuidad ni para asesinos ni para violadores. Cierto es, pero esto no es una pena, es una inhabilitación para su profesión, algo que ya existe en casi todas las profesiones en las que se exige una capacitación para su ejercicio (médico, abogado o un conductor de autobús sin ir más lejos). Claro que esta es la opinión de un simple atleta popular, plebe al fin y al cabo, que nada tiene que ver con la casta. Que la fuerza os acompañe.