Salud democrática
21/08/2014 - 23:00
La elección directa de alcaldes propuesta por el PP ha sido objeto de las más variadas valoraciones y no es un tema baladí en tiempos en el que voto se va fraccionando entre más formaciones políticas. Lo primero para cambiar un sistema electoral debe ser llegar al máximo consenso entre partidos que determinen cuáles serán las reglas del juego democrático. Lo segundo, recordar que democracia significa decisión de las mayorías y poder del pueblo. Es decir que debe gobernar quién decida los electores. Cada partido ofrece un programa, unos planteamientos y el votante se decanta. El pacto entre varios supone adulterar la propuesta y al final la política que se aplica no es la votada por el ciudadano, sino un compendio de componendas mientras pasa a la oposición el partido más votado. Los acuerdos postelectorales son siempre contra natura aunque haya una cierta sintonía ideológica. Lo tercero a tener en cuenta es la estabilidad de la institución gobernada. Es bueno que el partido mayoritario dialogue, tenga que llegar a acuerdos en puntos concretos, que todas las opiniones sean escuchadas pues todas representan a los ciudadanos, pero debe existir una línea de actuación. El alcalde lo debe ser por cuatro años para sacar adelante su proyecto, no puede cambiar varias veces en una legislatura o no tener poder de acción. El cuarto aspecto a tener en cuenta es la experiencia de otros sistemas, echar un vistazo a Europa. Todo está inventado, se trata de adaptar lo que mejor funcione a nuestro sistema y características. En este punto la segunda vuelta entre las opciones más votadas resulta interesante. La solución no es prohibir los pactos, que también es un ejercicio democrático, sino regularlos, establecer en qué condiciones se pueden realizar, con qué porcentajes de votos, con qué requisitos para garantizar esa gobernabilidad y respeto a la voluntad del ciudadano. Sin duda, a pocos meses de las elecciones, y con nuevos partidos políticos, es un momento delicado para cualquier decisión u opinión. Un quinto aspecto debería ser la serenidad y la reflexión. Tal vez el tiempo de acometer la reforma sea a medio y no a corto plazo. Los votantes deben confiar en sus políticos y no ver en las medidas que se adopten intereses partidistas.